lunes, 21 de abril de 2008


LA ALDEA LECTORA Y CREATIVA


Hacerse la “rata”


En una de sus Aguafuertes porteñas –la titulada “Los niños que nacieron viejos”–, Roberto Arlt habla sarcásticamente de los chicos de conducta impecable, que nunca se rebelan y jamás faltan a clase sin motivo. “No se hicieron la rata. ¡Nunca se hicieron la rata! Ni en la escuela ni en el Nacional”, se indigna Arlt.

“Hacerse la rata”, como ratearse, son expresiones argentinas que derivan de su similar española “hacerse la rabona”, también usada aquí. Equivale a volver las espaldas, el rabo, a una determinada obligación, y muy especialmente a las tares del aula. Entre nosotros, “rabona” se convirtió en “ratona”, primero, para dar lugar enseguida a “ratearse” o “hacerse la rata”.

Frases todas que tienen el sentido de escurrirse furtivamente para refugiarse, como los ratones, en un cueva simbólica: un parque, un café, a veces la propia casa.

Otra frase equivalente de los españoles es “hacer novillos”. Y también “fumarse la clase”. Aquí el dicho se aplica también a la oficina: decir, por ejemplo, que Fulano está ausente con aviso, suele enunciar en forma decorosa el hecho puro y simple de declarar un feriado personal. En menos palabras: “ratearse” del trabajo.

(Del libro “Tres mil historias” de Héctor Zimmerman. Texto de “Cuentos al Día”, Revista electrónica de narración oral de Marta Lorente y José Campanari.)

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