lunes, 21 de abril de 2008


LA ALDEA DE LOS HOMENAJES


Malvinas, 26 años de una guerra controvertida


Desde múltiples puntos de vista, geopolítico, político, social y esencialmente militar, Malvinas era una guerra perdida. Salvo desde el lugar más intangible, aunque real, y sentido por las mayorías populares del momento: la dignidad.

La Argentina, una lejana república del sur de América, gobernada por un régimen dictatorial genocida horripilante desde 1976, entraba ahora en guerra contra la Inglaterra thacheriana en expansión ideológica y la OTAN, por dos islas irredentas. Era, por un lado, una locura de generales trasnochados, aunque, desbrozando la maleza, la idea del recupero de soberanía territorial y popular cercenada hacía ya seis años.

La cosa caló en el sentir popular más extendido. Renacía un sentimiento donde la idea de Nación en pie y soberana, por encima de las mentiras y el exitismo mediático impulsado por los dictadores y sus medios de (in)comunicación, se alzaba. Y era la ocupación masiva de las calles y plazas de todo del país después de tantos años de terror y sombras en apoyo a las tropas dispuestas en las islas del sur polar.

En ambos extremos interpretativos de aquellos días, el de la reivindicación sin crítica, así como la idea del recuerdo pesadillesco dado su origen espurio, resultan gestos de aprobación o denegación no ecuánime. ¿Por qué? Porque olvidan los detalles y sus consecuencias inmediatas posteriores para el destino que se venía. En un caso, por priorizar lo esencial del contenido (el reclamo de soberanía) por encima del continente (la dictadura, la guerra), o viceversa, por olvidar a los demandantes sin contar con el reclamo nacionalista, paradojal comparado con la política de entrega del patrimonio de los ministros del elenco ejecutivo.

O queda apenas como dolor el recuerdo de los jóvenes del pueblo (en esa época aún existía el servicio militar obligatorio) que allí pusieron pecho en el frente de batalla con los militares de carrera, o es sólo esto sin ver la maniobra triste de una dictadura en retirada. Hombres haciendo honor a su uniforme y no así sus mandantes, entrenados décadas precedentes en las fauces del imperio para reprimir al pueblo y, en ese momento, devenidos en “antimperialistas” para sostener un poder aniquilado antes de la batalla políticamente y luego, tras la derrota militar, en este sentido (ver el informe Rattenbach tras el conflicto) .

Lo mejor que dejó Malvinas fue la vuelta al pleno estado de derecho y republicano; la aspiración por una economía que integre y desarrolle los intereses nacionales y regionales, no sólo geográficos, con todos sus habitantes; la integración y subordinación de las fuerzas armadas por la defensa nacional, en un proyecto audaz en el contexto latinoamericano en esta globalización bifronte.

Párrafo final de homenaje sentido para los mil hombres que dejaron su vida luchando por esa tierra que sigue siendo nuestra.


Rubén Silva

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