lunes, 21 de abril de 2008


LA ALDEA DE LA RECETA-CUENTO


Tus zapatos


Tenía diez años y mi mamá, un par de zapatos azules de tacos altos, que me quitaban el sueño.

La caja en que los guardaba era de cartón, cubierto de papel satinado de colores brillantes y atractivos.

Mi madre era muy elegante, y muy prolija, cuando se quitaba el calzado, los repasaba con una franela y los acomodaba en la caja, cubriendo a cada uno, con un papel blanco muy suave y transparente. Siempre deseé calzarme esos zapatos y nunca me animé siquiera tocarlos. Hasta ese día que fue fatídico.

Mi mamá había salido para realizar unos trámites. Mi hermana haciéndose la agrandadita, me ordenó, y no exagero, repasar los muebles de los dormitorios. Muy a mi pesar, le obedecí; era peligrosa con los informes alcahuetes. Una amonestación, de la gestora de mi vida, equivalía a no poder ir al cine el sábado por la tarde.

Mi hermana era gordita, y me propuse molestarla por donde más le dolía. Con todo el caudal de mi voz interpreté emocionada: “Tengo una vaca lechera...” El grito enfurecido de Albita fue suficiente para silenciar mi aptitud canora.

Seguí con un tarareo bien bajito. Ella, no me oía, y yo ejecutaba mi venganza. La franela se movía al compás de la descalificada melodía. Sin buscarlo, la caja de mis desvelos me miraba tentadora. Olvidé mi tarareo. Quité la tapa. Los tomé con cuidado, me saqué mis zapatos y me calcé los hermosos zapatos azules de mi mamá. El espejo me esperaba, y no lo iba a defraudar. Resuelta, fui hacia él. Mi tobillo desconoció el esfuerzo.

Caí mal, y el cuero azul del zapato izquierdo de mi mamá se rasgó sin piedad. El chirrido de la puerta de calle, me anunció el arribo tan temido. Un frío glaciar recorrió mi columna.

No tenía alternativa. Me escondí detrás de la puerta del dormitorio y comencé a llorar bajito, pero no tanto. Debí dramatizar, sufrir, lograr que se conmoviera. Creo que lo hice bien.Albita, asomó la cabeza; la expresión de triunfo en su cara me irritó. Mamá miró el zapato, fijó sus ojos en los míos y se detuvo en los de mi hermana.– ¿ Me perdí de ver algo de valor ? – , dijo. Albita, hizo mutis por el foro. Respiré aliviada.

Mi madre, acarició mi cabeza, me sentó en su falda, y muy seria, dijo:– Todo tiene solución.

La abracé. No pude decirle la verdad. Con un hilo de voz alcancé balbucear: – Mamá, ¿qué vamos a comer hoy?– Fideos con manteca .

Receta

Fideos con manteca

(¿Hay alguien que no lo sepa preparar?)


Marta Rodríguez

14/03/2008

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