jueves, 22 de julio de 2010

LA ALDEA EDITORIAL


Terminó

el Mundial


Terminó el Mundial de Fútbol en Sudáfrica, España campeón del mundo, nosotros en el 5to lugar. No está tan mal al fin entre más de 30 países participantes, aunque el 4-0 dolió. La ilusiones se vivieron con intensidad y pasamos del exitismo al derrotismo sin baja a la idolatría al querido Diego y nuestra Selección, y ahora, de nuevo, la cotidianeidad.


Así como en la Antigüedad los tiempos de vida se medían por los climas, hace unos años por el valor del dólar y el “riesgo país”, hoy es el día día el que rige el presente. Ojalá podamos pensar de nuevo en un futuro.


Los fuegos del Bicentenario se expandieron otra vez en la provincia de Tucumán el pasado 9 de Julio. La esperanza para muchos, las desesperanza para otros, sigue siendo el nudo de tensión visible abonado por unos medios que no trepidan sólo en mostrar lo primero, y todo mal.

Tanto los que muestran que todo está bien como los dicen que todo está muy mal, no convencen.


Los argentinos quieren ver de qué se trata, por sí mismos, y quieren mejorar su situación y también la perspectiva. La “guerra” entre los polos opuestos, ahora extendida por la ley de matrimonio para personas del mismo sexo, no deja ver otros aspectos del panorama. Es lo inmediato y la sensatez los que deciden.


¿El rumbo es el correcto? Para unos no, vamos al desastre, son los que ven todo mal, los que decíamos antes; para otros todo se encamina sin sombras, una mirada tan optimista que no repara en lo que falta. Y falta, obviamente, pero, al mismo tiempo, ver sólo lo que falta inhibe de ver lo logrado. Quizá un término medio y con esperanzas sea lo más adecuado.


Comparativamente no estamos en 2001-2002, cuando el país estalló, y si bien falta y hay deudas sociales impagas aún, no hay deuda externa casi, el Banco Central puede sostener el valor de la moneda, la incipiente inflación mermó, los sectores más humildes reciben una ayuda hace décadas no vista, muchos servicios siguen subvencionados por un Estado que intenta reponerse de su destrucción sistemática, mínimo desde 1976, en un mundo en crisis financiera opacada la misma por los días que duró el Mundial ya finalizado.


Vivimos lo que nos toca y hacemos destino al par podemos apostar: a la desesperanza de la no salida o a la esperanza de un presente y futuro mejor.


En menos de un año podremos decidir si seguir y profundizar este rumbo o cambiarlo. Pero tengamos memoria, mucha. Porque es lo básico para no repetir lo vivido que no nos gustó. R.S.

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