jueves, 22 de julio de 2010

LA ALDEA LITERARIA

La conjura de

los libreros


Por Roberto Di Vita*


CAPÍTULO CUATRO


Resumen: Las multinacionales del negocio editorial contra las librerías locales, se valen de todos los medios para eliminar a éstas.


Pablo regresó a la vieja Biblioteca y leyó una cita que lo intranquilizó esa mañana... “–Sí, señor–. En Londres todos sabían de la existencia del estrangulador. “Necesitamos ayuda”( libro homónimo; de Sydney Sheldon), página 11, anteúltimo párrafo.

Pero lo que más lo intranquilizó fue el papelito escrito en lápiz que decía: “Ojo, todos estamos en peligro”...

–¿También me llegaría el pánico a mí?– Se preguntaba Pablo.

Cuando el viejo José no era tan viejo, se vivieron años de esplendor en las buenas librerías.

Escritores muy conocidos las visitaban y solían quedarse allí, horas enteras conversando con la gente.

No se trataba de vender sus libros, no los guiaba una tarea de autopromoción, lo hacían por el placer de charlar y conocer distintas opiniones.

Una noche de 1970, en plena Avenida de Mayo, a pocas cuadras del Círculo de la Prensa, el joven José conoció al poeta dominicano Manuel del Cabral.

Este poeta en animada conversación con estudiantes, defendía con vehemencia la negritud de su poesía y recitaba, eso tan conocido suyo, cuyos primeros versos dicen... “Hombres negros pican sobre piedras blancas”... del poema Trópico del picapedrero.

El joven José recordó que esa noche alguien nombró al poeta cubano Nicolás Guillén como un colega de Manuel del Cabral y a éste pareció no hacerle mucha gracia.

–“Nicolás Guillén no fue el único que escribió sobre la negritud de la poesía y de lo social”– afirmó molesto, del Cabral... (¿Problemas de celos?) ...

Igualmente el corazoncito del joven José, estaba con el poeta cubano.

Para robustecer sus alegatos ese hombre de Santo Domingo, comunicativo y vehemente, tomó esa noche un libro de los anaqueles de esa librería llamado “Cuatro grandes poetas de América”, (Rubén Darío, César Vallejo, Manuel del Cabral y Pablo Neruda) y leyó poemas de su autoría, en plena calle, como si fuera un encendido recital poético.

¡Noches de escritores y de libros, al alcance de los lectores!

Setiembre de 1970.

Continuará. (Derechos Reservados) rrd

*Escritor



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