miércoles, 15 de julio de 2009

LA ALDEA PANORÁMICA
Advertencia
Hecha


Varios analistas coinciden en que la derrota del oficialismo el último 28 de junio pasado es una seria advertencia para que produzca cambios, y que, al par de la oposición, se preparen, para el 2011.
Si bien es cierto que dos años y medio en política parece una eternidad, el curso de los acontecimientos, al calor de los diversos problemas a resolver, se acelera. Más, en medio de esta aún desconocida pandemia gripal A que nos afecta, aún inducida mediáticamente, y con los negocios que redundan.
Por caso, el reciente golpe militar en Honduras, inaudito, repudiable para la región al sur del Río Bravo, pone otra vez en el tapete el tema de la estabilidad de las democracias, como construcciones autónomas, aún en sus diferentes variantes, o lo de democracias tuteladas, controladas, previsibles, desde la mirada de los poderes internacionales. No por nada la presencia de Cristina Fernández en el intento de vuelta del presidente Zelaya fue una muestra importante.
Volviendo a lo nuestro, los caminos se abren en varios sentidos: o se profundiza el modelo abierto en 2003 con las nuevas circunstancias y aún con los datos perdidosos en las recientes elecciones para el gobierno (con más empleo, mejor redistribución del ingreso, asistencia inmediata a los sectores menos favorecidos, impulso vigoroso al crecimiento de un mercado interno, política de exportaciones que reditúen a los sectores como otro motor para la regulación estatal, más una integración con el resto de los países hermanos de Latinoamérica), o se vuelve a recetas de los 90, también adaptadas en el nuevo contexto de crisis financiera mundial.
Ante esa disyuntiva, la negociación en un parlamento ahora sin ningún partido o coalición con mayoría propia, obliga a un interesante juego de aperturas entre el oficialismo y la oposición que aún no se pone de acuerdo pero ya presiona por terminar con los “superpoderes”.
Así, tanto el “cambio” y la “alegría”, esbozada por el señor Macri y el país “serio” del señor De Narváez, tendrán que acordar, o confrontar, con la “profundización” sostenida por el kirchnerismo y sus probables aliados..
En principio, la gobernabilidad y estabilidad democráticas suponen la prioridad prioritaria. Sino, la situacion destituyente hacia la misma, con consecuencias imprevisibles, no sólo para las actuales cabezas gubernamentales si no para las se proponen venir en 2011, o antes, será el augurio o maleficio consumado de la doctora Carrió, el señor Biolcatti y el señor Grondona.
Esta presión conservadora, que nunca quedó claro si amainó o está a la espera, es la otra carta por derecha ante un nuevo aliento del gobierno de Cristina Fernández por ahondar el modelo abierto en 2003. Hoy, sin tanto ímpetu y con menos base social.
En este último caso, quizá las incipientes fuerzas progresistas encabezadas en Capital por Pino Solanas, como en la provincia de Buenos Aires por Martín Sabbatella, sean los nuevos probables aliados del derrotado oficialismo para avanzar consensuadamente con estos sectores.
Esto también depende de que los votos obtenidos por estos sectores progresistas, que buscaron en la campaña que el modelo K se acelere o mejore, logren sostenerlos con un correlato como fuerza mínimamente organizada.
Lo que sí resulta bastante evidente es que si algo salió derrotado el pasado domingo 28 de junio, aparte del oficialismo, lo fue un modo de hacer y construir la política: de puertas semicerradas, inclusive hacia los amigos y aliados.
Esto de abrir puertas y ventanas, sobre todo cuando el poder se vuelve escurridizo, y que resulta básico en cualquier manual de ciencia política, no fue tomado en cuenta por el poder oficial.
Buena parte de los votantes, aún con una campaña electoral sucia plagada de manipulación escandalosa de parte de los medios corporativos, con una falta de propuestas pasmosa y la frivolidad tinellizada, más un cansancio y escepticismo social evidentes, y el desconocimiento supino de quiénes eran algunos de los candidatos, advirtieron que este rumbo hay que cambiarlo. Pronto y en varios aspectos, profundizarlo, aún con nuevos consensos, mal que le pese a la expectativa de derecha, que quiere volver para atrás con buena parte de lo hecho en siete años y medio.
Mirando los votos, por tomar un sector, la situación económica de la clase media baja y los más desposeídos, que tras la explosión del 2002 venían levantando cabeza hasta 2005-2006, o se le otorga de ahora en más un mayor espacio en la torta redistributiva, o este sector volverá a optar electoralmente por fuerzas más conservadoras, que expresen de otro modo sus intereses, o como en esta elección, por una opción que, aunque a la postre juegue en contra de los mismos, al menos, como premio consuelo, será algo “nuevo” ante promesas no cumplidas.
Mientras tanto, el gabinete con la baja de Jaime, no se sabe aun si por razones de corrupción o por desgaste, ya dejó su lugar vacante, y las fuerzas ganadoras, exigen remociones ejemplares.
Los poderes territoriales de adentro y fuera del PJ que sostuvieron el poder K (aunque unos cuantos a “dos aguas”) más la CGT, y que dirimieron, en algún punto, esta pulseada, tampoco la tienen “comprada”. Los votos prestados de oposición y oficialismo, si en estos dos años y medio que restan, no proponen y hacen algo consistente, les serán revocados. El tema es ¿quién ocupará el lugar vacante?
Como decía Mariano Moreno en el “Plan revolucionario de Operaciones”, allá por 1810: “Los pueblos nunca saben ni ven sino lo que se les enseña y muestra, y oyen más de lo que se les dice”. R.S.

___________

Notas sobre
el día después

Lic. Eugenia Argüello*


Las pasadas elecciones nos han dejado una serie de reflexiones: del lado del oficialismo se apostaron a plebiscitar su modelo, obteniendo los riesgos de exponer a funcionarios a un testeo electoral, más el peligro que mantener la gobernabilidad en los próximos dos años.
Del lado de la oposición, gracias al publicista Agulla, más que a las propuestas, lograron posicionar al Francisco de Narváez, ganando la madre de todas las batallas: la provincia de Buenos Aires. Mientras, del otro lado de la General Paz, está Pino Solanas quien sin estructura ni presupuesto hizo una excelente elección.
Pero más allá del abismo ideológico, puede encontrarse una conexión entre ambos: cooptaron el voto de la antipolítica.
Cuando el electorado se siente decepcionado por la clase dirigente y aumenta la distancia entre representantes y representados, la gente “castiga” a la política tradicional votando a esta clase de candidatos, que “parecen” venir por fuera de los partidos tradicionales. Este fenómeno es un producto de la crisis de 2001, cuya herida aún no cerró.
Pero el futuro de estas nuevas fuerzas –en especial la de Unión Pro– depende de saber encausar el apoyo de la volátil opinión pública y mantenerlo hasta 2011, ya que a diferencia de los políticos tradicionales, no tienen estructura ni discurso que los respalde. Por otro lado del Peronismo (que podría tener a la cabeza a Scioli, por su alta imagen positiva) tendría como tarea comenzar a desprenderse de los Kirchner y replegarse sobre los intendentes y gobernadores afines, para redefinir el nuevo rumbo el peronismo –seguramente más conservador– y mantenerse en el escenario político.

*Licenciada en Ciencias Políticas

No hay comentarios: