jueves, 13 de noviembre de 2008

LA ALDEA DE LA RECETA-CUENTO
Los 80 golpes
(de Italia con cariño)

Cuando la memoria culinaria viaja a través de los tiempos y sólo un milagro permite recibir la receta (tesoro de familia) para incorporarla a las propias, todos y todas en la cocina estaban felices.
Les gustaba jugar y teatralizar los roles como si fueran víctimas camino al cadalso. Ella los dejaba hacer y se prestaba al juego.–La más sufrida soy yo –dijo la mesada de granito.
–Tu dureza es un clásico –le recordó la veterana sartén.
Lo sé, cuando dicen: “fría y dura como granito”, me hacen sentir insensible, y no lo soy. ¿Se olvidan que no soy un invento?
Todos callaron. Cuando Ella se hacía cargo de la batuta era así. La vieron cómo se colocaba el delantal, se recogía el cabello y la minuciosidad con que se lavaba las manos. No necesitaron más. El jaleo comenzaba.
La levadura, disciplinada, reposaba en un cuenco incorporada con el azúcar y la leche tibia. En el viejo bol esmaltado, la harina tamizada aguardaba con el centro ahuecado.
– Ya llegaron los huevos –se quejó. –Qué tendríamos que decir nosotros que nos cascan sin permiso.
El jarro de aluminio viejo y abollado ya había templado la leche, no tenía mas que esperar que lo regresaran a su lugar de descanso. El aceite se acurrucó junto a los huevos. Una lluvia de cáscara de limón rallada trajo aromas que fueron bien recibidos.
Ella, con la mano derecha dentro del bol y la izquierda blandiendo el cuenco con los líquidos, comenzó el armado del empaste. Con sólo unos minutos de amasado, logró un buen bollo. –¿Para qué tanto discurrir si siempre terminamos igual? – acotó la sartén. Ella levantó al bollo sin oírla.
– Piensen en mí –pidió la mesada. Con fuerza lo estrelló ochenta veces sobre la sufrida base.
–¿Por qué 80 y no 81? –preguntó el tamiz cansado de sólo mirarla.
–Vaya una a saber –reflexionó la sartén.
Ella estiró la masa formando un rectángulo. La embadurnó con la manteca hecha pomada, la espolvoreó con azúcar y la arrolló. Cortó 8 cilindros y en un molde bien untado con manteca y enharinado (la heredera sugiere una lata vacía de dulce de batata), lo cubrió con los rollos, partiendo con uno en el centro. Tan sólo los dejó reposar quince minutos antes de llevarlos al horno suave, por una hora. La temperatura baja es necesaria para que el azúcar con la manteca hagan almíbar.
Lo desmoldó sin darle tregua. Hubo aplausos, el aroma y el color lo ameritaban.

Ingredientes

Fermento: 50 grs. de levadura de cerveza / 2 cdas. de azúcar / 1 taza de leche tibia.
Masa: 600 grs.de harina tamizada / 2 huevos / 1 tacita aceite / ralladura de limón.
Extras: 200 grs. de manteca o margarina blanda / 15 cdas. de azúcar.

Marta Rodríguez
06/11/2008

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