lunes, 15 de septiembre de 2008

LA ALDEA DE LAS CURIOSIDADES
Una historia de Primavera
El rapto de Perséfone

Desde los tiempos más remotos, el hombre, cuando no puede comprender el mundo externo que lo rodea, crea representaciones míticas.
La primavera es la estación del renacimiento, así lo entendieron las religiones antiguas y, a partir de ello, levantaron sus mitos. En este contexto, la primavera es vista como lo muerto que renace y una vez más ocurre el milagro: de los árboles deshojados renacen nuevos brotes y, una vez más, la vida.
Mahoma decía: "No hay gota en los mares, ni fruto en los árboles, ni planta en la tierra que no tenga en cada semilla un ángel que cuide de ella". La naturaleza está entonces ligada a lo sagrado y protegida por los guardianes de dios para que al hombre no le falte el sustento.
Las diosas Demeter y Perséfone representaban para los pueblos de la antigüedad los poderes de la naturaleza, su transformación y la emergencia cíclica. En la Antigua Grecia, el primer día de la primavera era el día en que Perséfone, prisionera bajo tierra durante seis meses, volvía al regazo de Demeter, su madre.
Cuenta Homero que en el sureste de Europa hubo un tiempo en el que reinaba la eterna primavera. La hierba siempre era verde y espesa y las flores nunca marchitaban. No existía el invierno, ni la tierra yerma, ni el hambre. La artífice de tanta maravilla era Demeter, la cuarta esposa de Zeus. De este matrimonio nació Core, luego llamada Perséfone.
Se trataba de una hermosa joven adorada por su madre que solía acercarse a un campo repleto de flores a jugar. Un día, pasó por allí el terrible Hades con su temible carro tirado por caballos. Se encandiló con Perséfone y la raptó para llevarla al subsuelo, su territorio. Demeter, al no encontrar a su hija y con una antorcha en cada mano, emprendió una peregrinación de nueve días y nueve noches. Al décimo día, el Sol, que todo lo ve, se atrevió a confesarle quién se había llevado a su hija. Irritada por la ofensa. Demeter decidió abandonar sus funciones en el Olimpo. Vivió y viajó por la tierra. Ésta se quedó desolada y sin ningún fruto ya que, privada de su mano fecunda, se seca y las plantas no crecen. Ante este desastre Zeus se vio obligado a intervenir pero no pudo devolverle la hija a su madre. Es que Perséfone ya había probado el fruto de los infiernos (la granada) y por eso le era imposible abandonar las profundidades y regresar al mundo de los vivos. Sin embargo, se pudo llegar a un acuerdo: una parte del año Perséfone lo pasaría con su esposo y, la otra parte, con su madre.
Lo que este mito indica es que cuando Perséfone regresa con su madre, Demeter muestra su alegría haciendo reverdecer la tierra, con flores y frutos. Por el contrario, cuando la joven desciende al subterráneo, el descontento de su madre se demuestra en la tristeza del otoño y el invierno.
Así se renueva anualmente el ciclo de las estaciones y así explicaban los griegos la sucesión de ellas: el otoño y el invierno son tristes y oscuros como el corazón de Demeter al estar separada de su hija. La alegría y la serenidad retornan cuando vuelve con ella, es decir, cuando comienza la primavera. (“En http://www.cuentosaldia.com/, página revista de Marta Lorente y José Campanari)

No hay comentarios: