jueves, 31 de enero de 2013

Mascotas

Todas las mañanas el hombre le ponía el collar a Boby y salían a dar un paseo.
Al llegar al parque el hombre se sentaba en un banco a leer el periódico y Boby permanecía a su lado.
Por momentos, el hombre veía cómo las otras mascotas corrían, se revolcaban por el césped, se olían (unas a otras), orinaban junto a los árboles y, con alegría y algo de agitación, volvían al lado de sus dueños.
Boby permanecía inmóvil junto al hombre, con los ojos desorbitados y algo de agitación.
Cuando el hombre terminaba su lectura, tomaba la correa y emprendía el regreso.
Al llegar a casa, el hombre colocaba a Boby en su rincón predilecto y ambos respiraban aliviados. El hombre porque veía que Boby volvía a estar contento y Boby porque se sentía nuevamente libre. Allí, en su pecera, se sentía como pez en el agua. (José Campanari, de la Revista electónica Cuentos al día)

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