lunes, 15 de febrero de 2010

Las mujeres arriba,
¿los hombres
abajo?

A simple vista, el título de esta nota puede ser una afrenta para los varones, así como una paradoja para muchas mujeres y una realidad para ambos. En síntesis, la idea es reflexionar sobre el tiempo que nos toca y acertar con un diagnóstico no absoluto.
En principio, a partir de la liberación femenina, desde el siglo anterior e impulsada en los ’60 y los ’70 por la píldora anticonceptiva, hablamos del mundo sobre todo occidental, y el ingreso masivo de la mujer al mundo del trabajo, a muchas les queda la pregunta: ¿hasta qué punto todo este avance significa hoy una verdadera liberación?
Por caso, el interrogante viene de esa mujer que, cansada de trabajar afuera de la casa, sobre todo de las clases medias para abajo, llega a la misma y sigue con las tareas hogareñas, mientras el varón de la casa, cómodamente, sobre todo si trabaja afuera, está mirando la tele o chateando en la compu.
Si bien, no se puede generalizar, esta imagen subsiste, así como en otros contratos de convivencia más democráticos quizá, se reparten más equitativamente las tareas, obviando claramente aquí, a quienes pueden pagar un servicio doméstico.
Al par, y ya no en la vida en pareja, están los millones de mujeres independientes que, tras una separación, divorcio o viudez, eligen, hoy más que nunca, qué hacer, cómo y con quien estar, si es que quieren estar, y cómo todo esto viene repercutiendo en el vínculo con los varones.
Al mismo tiempo de aquella irrupción en el pasado siglo XX de la mujer en el ámbito laboral hay que considerar la evidente reducción de la participación del varón en el mundo asalariado, y de los trabajadores en general, con la consecuente desaparición de función “proveedora” que antes estaba naturalizada. De hecho, ahora, vivir de trabajos circunstanciales, mal pagos, “changas” aquí, determina, realtivamente, un menor ingreso para ellos que el de ellas, en el caso en que ambos trabajen. Entonces, asimismo, cómo esto repercute, o no, en los vínculos y en los roles heredados por siglos.
La pregunta aquí es si esto es aceptado sin malestar por los nuevos tiempos o, si las ataduras del pasado impiden recontratar nuevas modalidades ante una realidad impuesta por este capitalismo global.
Volviendo al título de la nota: ¿ellas arriba y los varones abajo?
“Yo quiero un hombre a la par, aunque no seamos pares, lo necesito”, dice Alejandra, una mujer de 40 años que, aún separada, sigue buscando un “compañero” no concibiendo que éste esté “abajo” de ella.
Por otro lado, existen también mujeres que asumieron, queriendolo o no, porque las circunstancias se lo impusieron, el antiguo rol masculino de “hombre” proveedor autosuficiente, buscando, a sabiendas o no, alguien levemente “inferior” según su deseo. En este caso, las posibilidades de sostener el vínculo, aún los de “cama afuera” se achican: los varones, aún los menos machistas y “en baja”, no se someten al formato “ellas mandan”, y huyen sin más. Estas mujeres culpan de casi todo lo malo que les sucede, su propia soledad, a estos hombres, sin poder ver el ida y vuelta construido.
La pregunta sigue y las respuestas son múltiples y diversas, según el lugar que a uno le toca en la feria. Seguimos en una próxima.
Roberto Sánchez
Psicólogo Social

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