miércoles, 17 de marzo de 2010


LA ALDEA DE LA RECETA – CUENTO


Llegaron visitas


Por Marta Rodríguez*


Era una de las tantas noches de verano: cielo claro, chicharras chicharreando, mosquitos en busca de protagonismo y mucha humedad.

Con mis dos hijas adolescentes solíamos, después de la cena, hacer sobremesa de mates y alguna confitura.

El comedor diario, lugar de la acción, tenía una ventana que daba a la terraza y una escalera angosta, que comunicaba con el patio de la Nona. La ventana y la puerta de la escalera, abiertas, eran artífices de una posible brisa reparadora.

Entre mate y mate vimos entrar como a Pancho por su casa a una regordeta y pequeña integrante de una familia de roedores, posibles habitantes de la casa abandonada lindante a la nuestra.

Como si fuese la estrella de un film de dibujos animados, movía el trasero como decía mi mamá: Para mí, para vos, para ninguno de los dos

No recuerdo, o no quiero recordar, quién fue la autora de la brillante idea: Vamos a gritar

Ahí, en ese instante, comenzó el jolgorio. Las dos femeninas menores de edad, profiriendo gritos de histeria, subieron a la mesa. Gritos y risas.

La pobre gordita huyó despavorida.

El timbre de entrada sonó con insistencia. La ventana, alcahueta alertó a Betty, nuestra vecina. Betty llamó a Luisa, otra vecina, y Luisa llamó a Oscar, otro vecino.

¿Qué ha ocurrido? preguntaban.

Lo acontecido era inexplicable.

La Nona nos dijo: ¡Qué bochorno!

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Receta

Esta vez no hay receta. La aprensión que provoca la inocente criatura, hija legítima de la natura, lo amerita.

*Maestra cocinera y cuentista

08/03/2010

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