lunes, 15 de febrero de 2010

LA ALDEA COLECCIONABLE
Historia Nuestra
La crisis del Estado autoritario
La caída de Onganía - El “viborazo” - Levingston - Lanusse

Al comenzar la década del 70 fue tanta la tensión social, los estallidos sindicales de protesta y los golpes asestados por los grupos armados, que el gobierno militar tuvo que buscar una transición política para descomprimir la agitación popular. El 8 de junio de ese año rodó la cabeza del general Juan Carlos Onganía, y su último gesto fue instaurar la pena de muerte para actos terroristas y secuestros de personas.
Sin duda el hecho que precipitó la caída de Onganía fue la aparición pública de Montoneros en mayo de ese mismo año, con el secuestro y posterior asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu, el 1º de junio.
La Junta de Comandantes en Jefe de las tres armas, integrada por Alejandro Agustín Lanusse, el almirante Pedro Gnavi y el brigadier Carlos A. Rey, asumió el poder político y declaró su adhesión al régimen democrático y representativo basado en los partidos políticos.
El 18 de junio, la Junta designó como presidente al agregado militar en la embajada argentina en Washington, el general de brigada Roberto Marcelo Levingston, que había sido jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) en los inicios del gobierno de Onganía.
Los cambios de rumbos en el gobierno militar tuvieron un objetivo claro, necesitaban tiempo para recomponer las alianzas económicas y políticas.
Levingston no logró aquietar la agitación social y política a pesar de proponer a través de su ministro de economía, Aldo Ferrer, un plan económico que aumentaba los salarios y protegía la industria nacional, mientras peronistas y radicales comenzaron a moverse sinuosamente forzando espacios de legalidad antes impensados.
Ferrer, economista de la CEPAL, no estuvo vinculado a empresas extranjeras, ni a organismos internacionales y sostuvo la necesidad de que el Estado liderara el proceso de desarrollo nacional, acotando la influencia de capitales extranjeros y aumentando el crédito para los pequeños y medianos empresarios.
A fines de febrero de 1971 Córdoba ardió nuevamente con movilizaciones obreras contra los despidos en las plantas automotrices, ocupaciones de fábricas y toma de rehenes. El gobernador militar de esa provincia, Bernardo Bas, se negó a reprimir por temor a repetir “el Cordobazo”. Levingston lo destituyó por considerarlo demasiado blando y nombró en su lugar al ex diputado conservador Camilo Uriburu, quien en su primer discurso calificó a las movilizaciones obreras como “una víbora a la que le cortaremos la cabeza”.
Este nombramiento provocó la reacción de una parte de la poblacion, y la CGT local convocó a un paro general y movilización, encabezado por Sitrac-Sitram, a la que la voz popular bautizó “Viborazo”.
La represión dejó un muerto y 258 heridos, y por primera vez las organizaciones obreras enarbolaron banderas de los grupos guerrilleros Montoneros, FAP, FAR y del ERP. Ante estos hechos, el flamante gobernador cordobés renunció.
Lanusse, comandante en Jefe del Ejército, solicitó la renuncia de Levingston, y el 23 de marzo de 1971 la Junta de Comandantes lo nombró al general Lanusse presidente de la República.
Lanusse estaba lejos de ser un demócrata, había participado en el intento de golpe de Estado de 1951, apoyó luego la llamada “Revolución Libertadora” y estuvo implicado en el golpe de Onganía. Sin embargo, era un hombre pragmático y con algo de visión política que entendió que ante el avance del sindicalismo clasista y combativo, la aparición de las organizaciones guerrilleras y el giro a la izquierda de vastos sectores de la clase media, Perón era un mal menor.
Por lo tanto concibió la idea de organizar una salida electoral que le permitiera entregar el poder de una manera lo más digna posible.


Prof. Isabel Rodríguez

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