viernes, 27 de junio de 2008

LA ALDEA EDITORIAL

La bandera, de todos

El cansancio social por el lock out patronal de sectores del campo, y ahora de sectores de transportistas, y sus consecuencias, al par de la firmeza del gobierno para no ceder ante los reclamos, resultó y resulta evidente.

Las imágenes mediáticas, con actos a favor y en contra de los reclamantes o del gobierno, de los ávidos terratenientes junto con medianos y pequeños productores agrarios para unos, y de los prepotentes gobernantes, para otros, no aclaró, en los días de mayor tensión, el panorama acerca de quién tiene razón o si cada uno tiene la suya y en beneficio de quién.


Sí sigue resultando muy extraño que uno de los sectores más beneficiados por una política económica volcada a la exportación con un dólar alto, esté tan pero tan enfrentada, ahora en el plano judicial, a un gobierno que anuncia que la distribución del ingreso mejoró ostensiblemente, aunque en vastos sectores esto no se siente ni se verifica, reconocido por la misma presidenta de la Nación, en su discurso del pasado lunes 9 de junio por cadena nacional, comprometiéndose con un plan de redistribución social que vuelve a poner a prueba la credibilidad de la sociedad.

Se suma a lo anterior el extraño lock out con obstrucción de rutas de camioneros “autoconvocados” que agudizan la posibilidad real de desabastecimiento, más la incertidumbre que provocan.

En el medio, los sectores ciudadanos que seguimos padeciendo, por el conflicto y por la especulación de las comercializadoras, el incremento del precio de los comestibles y sus correlatos, imponiendo restricciones al consumo cotidiano.

Al hastío y la incomprensión de tres meses de presión (sólo explicable por factores extraeconómicos), o a la adhesión acrítica y manipulada a una punta u otra del conflicto (pero que nos involucra a todos), se le debería imponer el análisis detallado y veraz (no siempre fácil de explicar y comprender de qué se tratan las retenciones), para poder diferenciar lo verdadero de lo falso en un enfrentamiento que, si no lo es, se pareció y se parece mucho a una pulseada por imponer condiciones de gobernabilidad.

Los grandes sectores gananciosos, más la probable operación de factores extraeconómicos, presionan fuerte aprovechando las debilidades de un gobierno que sostiene líneas diversas y diversificadas y poca base social al momento. El intento de un “timonazo”, para no tildarlo de pre-golpe de Estado no tradicional, es acompañado por sectores de medianos y pequeños productores del campo (alianza sólo explicable por la torpeza y/o ingenuidad gobernante), medible base social, una derecha recalcitrante, cierta oposición oportunista y un minúsculo sector maoísta, para cambiar un rumbo oficial que, aunque tibio y superficial, si persistiera en serio y cumpliera algo de lo prometido podría abrir una posibilidad más cierta de mejoramiento social. No debe estar fuera del condimento opositor, la acción oficial en favor de la memoria.

Un detalle simbólico en el mes de nuestra bandera. A estos sectores tradicionales que más de una vez se arrogaron ser los principales resguardos de la celeste y blanca con diversos gobiernos de facto, hay que recordarles que la misma le pertenece a todo el conjunto del pueblo de la Nación. Porque un sólo sector no es el país, el país somos todos. R.S.

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