domingo, 24 de febrero de 2008


LA ALDEA COLECCIONABLE


Juan Gelman
(Poeta argentino, 1930)

“No corregiría nada de lo que escribí...”

Uno de los poetas más importantes de la lengua castellana. Recientemente recibió el Premio Rey de España. Hijo de una familia de ucranianos judíos, comenzó a escribir a los once años y publicó si primer poema –de amor– en la revista “Rojo y Negro”. En una entrevista hace años dijo que “No corregiría nada de lo que escribí, eso sería irresponsabilidad. Pero jamás me propuse hacer historia en mi poesía. Creo que el único tema verdadero de la poesía es la poesía misma. En realidad, la proporción de los poemas sociales o políticos, en el conjunto de todo lo que escribí, no es significativa aunque, en efecto, escribí poemas con ese tema como con tantos otros. En general, son los valores poéticos propiamente dichos los que permiten la persistencia de una voz. Yo odio ese término que inventaron los franceses: ‘la poesía comprometida’. Yo creo en la poesía casada: casada con la poesía. Y siempre recuerdo lo que decía Paul Èluard, ese gran poeta francés, que era miembro del Partido Comunista de su país. Cuando se produjo la Guerra de Corea, en 1950, todos sus compañeros del partido que eran poetas escribían poemas a favor de Corea del Norte, y cosas por el estilo. Paul Èluard, no. Era el más grande de todos ellos. Y cuando algunos compañeros le reprocharon que no hubiera escrito un poema sobre la guerra de Corea, él respondió: ‘Yo escribo poemas sobre esos temas solamente cuando la circunstancia exterior coincide con la circunstancia del corazón’. Creo que ese pensamiento es válido”.En otra oportunidad afirmó: “Es seguro que la dimensión judía palpita en mi escritura. Cómo negar que las velas de los viernes o las comidas del Pésaj me han dejado su impronta. Pero menos puedo negar que pertenezco a la gran patria de la lengua castellana, a su visión, sus sonidos, sus silencios, sus maneras de estallar en el odio y el amor”. En 1948 inició sus estudios universitarios de química que abandonaría para dedicarse a la poesía. Editó su primer libro “Violín y otras cuestiones” en 1955 con prólogo del Raúl González Tuñón con elogio de los intelectuales y círculos poéticos de la década del ’60. Militante ya del Partido Comunista, inició su labor periodística en “Nuestra Palabra”, “La Hora” y como corresponsal de la agencia china Xin Hua. Creó el grupo de poesía “El Pan Duro” que bregaba por una poesía en rebelión” que se repartía en clubes, sindicatos y conventillos. Para publicar sus libros utilizaba un sistema de bonos anticipados.

“González Tuñón decía que un poeta es como cualquier hombre, pero cualquier hombre no es un poeta. En ese sentido mi vida era bastante complicada. Por un lado, iba al Colegio Nacional de Buenos Aires, donde, a pesar de que había gente incluso de clase media baja, lo que predominaba entre el profesorado era cierta concepción de clase media alta. Por otro lado, hacía la vida del barrio, en Villa Crespo: iba a las milongas en el Trianón, jugaba a los dados... Esa vida de café que ahora parece estar en extinción. Por supuesto que ser poeta era una cosa que tenía guardada para mí: yo a nadie le decía que escribía poesía”, afirmó en una entrevista.Con el pulso de obras como “Violín y otras cuestiones” publicó Gotán (1962) y Cólera Buey (1965). Lo suyo eran versos nuevos, ritmos que pescaban de pronto las formas suaves del discurso porteño, o mordían el corazón rabioso de la realidad latinoamericana. Pero hay un libro, dicen, que muestra al poeta en una transparencia perfecta.“ ‘Carta a mi madre’ tal vez sea mi libro más autobiográfico. Pero en la poesía, todos estos elementos personales tienen una traducción que no es exactamente autobiográfica. Lo que tal vez haya es una relación entre la vivencia y la imaginación”. En referencia a su familia recordó en algún momento: “mi hermana y yo, sobre todo, recibimos mucho de mi madre. No sé cómo hacía, pero ella juntaba centavito tras centavito y nos llevaba al Colón, al gallinero, aunque fuera una vez por año. Y mi hermano tenía una biblioteca que yo saqueaba constantemente, con esas ediciones imposibles de Tor.

Su padre había llegado a la Argentina por primera vez alrededor de 1914. “Era obrero, no integraba esa inmigración de los llamados rusos blancos, nobles que emigraban porque habían perdido el poder. Mi padre había participado en la revolución de 1905, no era bolchevique sino social revolucionario, y cuando triunfó la revolución del ’17, volvió a su país ilusionado. Pero lo que ya estaba pasando en el año 28 en la ex Unión Soviética no le gustó nada y decidió instalarse definitivamente en la Argentina. A mi padre no le gustaba mi militancia en el PC, en cambio a mi mamá lo que le preocupaba es que yo volvía muy tarde y no cenaba, reproches de madre, ¿no? Tampoco aprobaba que yo fuera poeta. Cuando le llevé mi primer libro publicado, me dijo: ‘¿Y qué plata vas a ganar con esto?’ Pero le daba mucha satisfacción”.A mediados de la década del 30, la Guerra Civil Española fue decisiva en la activa participación política que Gelman desarrollaría después así como sus febriles lecturas. En los años ’60 Gelman se desprende del PC ("la revolución cubana influyó muchísimo en el pensamiento de un grupo de nosotros") para integrar las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que en 1973, confluyeron con Montoneros. Dos años más tarde emigraba a Europa para hacer tareas de solidaridad, ante el accionar de la Triple A. En febrero de 1979, rompe definitivamente con Montoneros ante la operación de “contraofensiva”.

De aquellos años Gelman guarda más de una herida: un hijo y su nuera embarazada secuestrados y asesinados durante la dictadura, y su nieta que pudo reencontrar más de veinte años después de lucha.“Yo me equivoqué, como tantos otros. Pero tampoco siento culpa por eso. Creo que la culpa puede ser un sentimiento cómodo: más bien hay que sentirse responsable en la medida en que a uno le tocó ser responsable. Por otra parte, los ideales que me movieron a militar siguen en pie. No he perdido la creencia en la necesidad de un mundo más justo.” También periodista, fue prosecretario de la revista “Panorama” y secretario de redacción y director del suplemento cultural el diario “La Opinión”.


Oración de un desocupado

Padre,
desde los cielos bájate, he olvidado
las oraciones que me enseñó la abuela,
pobrecita, ella reposa ahora,
no tiene que lavar, limpiar,
no tieneque preocuparse andando el día por la ropa,
no tiene que velar la noche, pena y pena,
rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.
Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,
que me muero de hambre en esta esquina,
que no sé de qué sirve haber nacido,
que me miro las manos rechazadas,
que no hay trabajo, no hay,
bájate un poco, contempla
esto que soy, este zapato roto,
esta angustia, este estómago vacío,
esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre
cavándome la carne,este dormir así,
bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido
te digo que no entiendo,
Padre, bájate,tócame el alma, mírame
el corazón,
¡yo no robé, no asesiné, fui niño
y en cambio me golpean y golpean,
te digo que no entiendo,
Padre, bájate,si estás,
que buscoresignación en mí y no tengo y voy
a agarrarme la rabia y a afilarla
para pegar y voy
a gritar a sangre en cuello
porque no puedo más, tengo riñones
y soy un hombre,
bájate, ¿qué han hecho
de tu criatura, Padre?
¿Un animal furioso
que mastica la piedra de la calle?

Juan Gelman
(de "Violín y otras cuestiones”)

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