jueves, 17 de mayo de 2012

El tembladeral
y la porfía

La inflación es un hecho, el poder adquisitivo baja lenta pero persistentemente. El INdeC situó el índice de marzo en un 0,9% y los privados dieron un 2,6%, con alta repercusión en la canasta básica. La misma, según sea de  $1837 para una familia de cuatro personas, según Artemio López-Equis, o de $2150, según del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la UCA, eso repercute de una forma u otra. Por el último dato, el nivel de pobreza hoy en la Argentina es del 34,9%, y, según los datos de Equis-Artemio López, es de un  20,9%.
La falta de aceite y yerba algunos días en las góndolas de los súper, con el aumentazo de la verde hierba (trasladado exorbitantemente el justo aumento para los productores que hacía años no se ajustaba) de 10 a 25 pesos el kilo de parte de las cadenas de comercialización, son apenas dos ejemplos. El gobierno reaccionó, y por mediados  de mes reaparecieron los artículos antedichos, aunque la yerba sin baja de precio.
Las ayudas sociales no han menguado nominalmente, los anuncios por suba de servicios no se han concretado, salvo en los barrios más atildados. Sotto voce se espera que los pasajes en colectivo subirán, triplicándose por lo menos en la Capital, según anuncia su jefe de gobierno, y así se prepara la cabeza y el bolsillo de los millones que viajan todos los días a sus labores.
Ante los hechos, los que prefieren creer más que palpar lo contante y sonante, no visualizan claroscuros. Así como en el otro extremo, nada se ve bueno en la vereda del “todo mal”. Si a ello se suma la falacia ad hominen (el calificativo denigratorio al que critique antes que abordar el tema criticado), el panorama se polariza. El falso ardid discursivo no aquieta las aguas porque el tema sigue en danza.
Si uno pudiera sintetizar, diría que cunde una esperanza un tanto desesperanzada, con ganas de que nada cambie para peor, pero sí que mucho cambie para mejor aún, en un mix de cierta resignación y aversión al salto al vacío.
Todos esperamos, más y mejor trabajo, bienestar, seguridad, justicia, educación, estabilidad, aunque todo ello, ante los hechos, hace preguntarnos si el panorama mejora, se ha estancado o cede y retrocede.
“Todos mienten”, dice Dr. House, el luminoso médico de la serie de ficción al referirse a sus pacientes y colegas. Si todos mienten, en algún lugar está la verdad, o al menos, algún viso de ella. ¿Cómo asirla, en quién confiar? ¿En lo que se dice, se publica, en la intuición propia?
El salvataje a la industria frigorífica, la promesa de aplicar la Ley de Abastecimiento a especuladores, la probable nacionalización de YPF, el probable uso de reservas del Banco Central, el dólar paralelo, el caso del vicepresidente, la no intervención del Estado como litigante en la tragedia de Once, el recambio de Moyano, el elogio de la presidenta de tercerización laboral, la “sintonía fina”, la exaltación a la juventud, el conflicto con Gran Bretaña por Malvinas, son apenas algunos de los temas en incertidumbre.
Para asimilar algo de ello, al ciudadano de a pie, no lo ayuda el momento de pagar en la línea de cajas. Por ahora, sigue prefiriendo ver Tinelli, Soñando por cantar o “conectarse” por el Facebook.  R.S.

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