viernes, 23 de diciembre de 2011

Bicicleta

Por placer, para estar en forma,
para mejorar la musculatura y la
capacidad aeróbica, para hacer amigos,
por la salud al fin, el verano se presta para
andar de paseo o practicar ciclismo como deporte.
La bici nos convoca por una vida mejor.


“Los que andan en bicicleta con regularidad ahorran en visitas al médico", dice el Dr. Proböse, presidente del Centro de Salud de la Universidad Alemana del Deporte, y agrega: “muchas personas que sufren molestias típicas como el dolor de espalda, tienen sobrepeso o adquieren enfermedades cardiovasculares, podrían gozar de muchos años de buena salud si se decidieran a usar más la bicicleta".
Y una gran noticia para los que piensan que "ya están mayores": aunque no se empiece a hacer ejercicio regularmente hasta una edad avanzada los resultados siempre son palpables.

¿Qué hace la bici por tu salud? El riesgo de infarto se reducirá un 50%. Con el ejercicio del pedaleo el ritmo cardiaco máximo aumenta y la presión arterial disminuye: el corazón trabaja economizando.

Reduce el colesterol “malo” LDL (con lo que los vasos sanguíneos tendrán muchas menos posibilidades de calcificarse, y a la vez aumentará el HDL o colesterol "bueno"). Los vasos sanguíneos se conservan flexibles y saludables cuando tus piernas se mueven cada día.
Para la máxima eficiencia del ejercicio es recomendable hacerlo con intervalos, con cambios de ritmo frecuentes. Es el tipo de entrenamiento que más rápido hace mejorar.
Calentar a ritmo suave, con una cadencia de pedaleo alta, alcanza el propio ritmo de rodaje y luego intercalar, cada 15 minutos, aumentos de intensidad de 3 a 4 minutos de duración en los que la respiración se agite considerablemente (80 al 85% de tus pulsaciones máximas).

La espalda. Es fundamental reforzar la musculatura abdominal cuando se trabaja la espalda. Cuando se adopta la postura óptima en el sillín, con el torso ligeramente inclinado adelante, la musculatura de la espalda está bajo tensión y se ve obligada a estabilizar el tronco. Muchos dolores de espalda provienen de la inactividad, que hace que se reduzca la nutrición de los discos intervertebrales y de esta forma van perdiendo su capacidad de amortiguar los impactos.

Los movimientos regulares de las piernas fortalecen la zona lumbar y previenen la aparición de hernias discales, al mantener la columna protegida de vibraciones y golpes. El ciclismo estimula los pequeños músculos de las vértebras dorsales, que cuesta mucho hacer trabajar con cualquier otro deporte.


Las articulaciones. En la bicicleta ni las articulaciones ni los cartílagos soportan cargas elevadas. A diferencia de las actividades en las que hay golpeteo, como los saltos o la carrera a pie. Con la bicicleta las rodillas funcionan protegidas, ya que del 70 al 80% del peso del cuerpo gravita sobre el asiento.

Ahuyenta infecciones y aleja el cáncer. Cada vez que se monta en bicicleta se da impulso a la potencia del sistema inmunológico. Las células "comebacterias" del cuerpo, los fagocitos, se movilizan de forma inmediata gracias al pedaleo para aniquilar bacterias y células cancerígenas.
El Dr. Froböse destaca cómo la bicicleta para personas que padecen esta enfermedad es buena: "es como si las células que se encargan de la defensa del cuerpo, que estaban dormidas, despertaran mediante el pedaleo de un prolongado letargo".
Los esfuerzos moderados refuerzan el sistema inmune, mientras que los de intensidad máxima lo debilitan.

Dejar un poco de lado las preocupaciones. El cerebro se oxigena más y te permite pensar con más facilidad. Tu cuerpo segrega hormonas que te hacen sentir mejor y que pueden hasta llegar a ser adictivas, una sana adicción en todo caso. Pedalear es uno de los mejores antidepresivos naturales que existen.

Las endorfinas, “hormonas de la felicidad”, se generan con el ejercicio físico, de forma más notable cuando se está más de una hora sobre la bicicleta.

Los beneficios de la bicicleta se aprecian en la primera media hora de pedaleo. Lo ideal es encontrar al menos tres huecos por semana para pedalear de 45 a 60 minutos, o "montar tan a menudo como se pueda". Cuanto más tiempo uno se dedica a la bicicleta, más ventajas se van acumulando.
¿Profundización o “paz
y administración”?



El 10 de diciembre pasado, Cristina Fernández de Kirchner reasumió el cargo de presidenta de la Nación Argentina por un segundo mandato. Ante el histórico hecho, junto con el aniversario de 28 años de democracia en la Argentina, las expectativas, dudas, miedos, alegrías, emociones, esperanzas y hasta rechazos, otra vez, se ponen en juego.
Tras la emotiva asunción y fiesta popular en la Plaza de Mayo, ahora se abren los interrogantes acerca de si el rumbo iniciado en 2003 por su extinto marido, el Dr. Néstor Kirchner, seguirá profundizándose o sólo será un período como dicen algunos recordando el modo de gobierno del general Roca de “paz y administración”.
En tono parecido, aunque en otro sentido, el sociólogo y politólogo Ernesto Laclau señalaba en una charla que dio en la Universidad de Tres de Febrero hace un par de meses: “el gobierno kirchnerista, como siempre lo fue el peronismo en general, se debate pendularmente entre su signo populista e institucionalista, algo que busca conseguir en sus administraciones, sin por ello configurar una política estrictamente conservadora”.
Cierto es que el actual gobierno sin ser revolucionario en lo que a definiciones tradicionales se refiere, ha revolucionado situaciones, estructuras de décadas, se ha enfrentado a ciertos sectores monopólicos, ha transferido recursos de los privados hacia el Estado en favor de los sectores más humildes, así como asumió la lucha por los Derechos Humanos como propia, y, singularmente, ha recuperado el interés por la política, en especial de sectores de la juventud. Igual falta, claro.
La estructura estatal, el mismo Estado administrado por el gobierno, tras décadas de achicamiento, desarticulación, vaciamiento, inercia e ineficiencia, es un paquete que hay que seguir moviendo con audacia, inteligencia y esfuerzo.
Los antiguos y los nuevos agentes incorporados deberían ser impelidos para que los modos de gestionar sean vez más activos y eficaces en favor de quienes con su peculio sostienen el “aparato” estatal. Cosa nada fácil cuando la cultura de la comodidad y el conformismo de algunos con lo ya logrado, algo que no es el final y no el comienzo de un camino aún a recorrer no sin escollos.
“Sintonía fina” le llama la presidenta al reclamo que le hace a empresarios y trabajadores para mejorar sus aportes al modelo. El concepto se podría aplicar a los agentes estatales, ahora que una parte de la nueva militancia ocupa puestos clave, donde se verá, realmente, si quiere, puede y sabe ir en ese sentido profundizador.
Mientras, un fin de año auspicioso y tranquilo no evita mirar de reojo la crisis financiera internacional y cómo impactará, si impacta, en estas tierras. ¡¡Felices fiestas y feliz 2012!!

El Editor.
Historia Nuestra

Presidencia de Néstor Kirchner,
“América del Sur se consolida como bloque”

El nuevo presidente se posiciona como creador y ejecutor de la política, ésta se hace desde la diplomacia presidencial y no desde una diplomacia institucional. Existe una concentración y centralización en la toma de decisiones en el presidente. Esta tendencia a lo largo de toda su gestión responde a su necesidad constante de crear legitimidad de ejercicio producto de su escasa legitimidad de origen. A nivel internacional, formó parte de un grupo de mandatarios de varios países, junto con Lula (Brasil), Tabaré Vázquez (Uruguay), Evo Morales (Bolivia), Michelle Bachelet (Chile), Rafael Correa (Ecuador) y Hugo Chávez (Venezuela) que, por primera vez en la historia de América Latina, han planteado la posibilidad de establecer una coalición de países de la región que desarrolle políticas independientes de las potencias mundiales hegemónicas.
Argentina forma parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como miembro no permanente, durante el período 2005-2006. En la votación para la renovación de dichos puestos dio su apoyo a Venezuela.
Entre el 4 y 5 de noviembre de 2005, la ciudad de Mar del Plata recibió la IV Cumbre de las Américas. Aunque los temas programados para esta cumbre se refirieran al desempleo y la pobreza, la mayor parte se enfocó a debatir temas relacionados con el ALCA. La cumbre fue un éxito, ya que marcó la independencia entre los países que conformaban MERCOSUR y Venezuela, la región rechazó la pretensión norteamericana de imponer el ALCA.
En dicha Cumbre, Néstor Kirchner, se dirigió a George Bush, que estaba sentado en un rincón del salón marplatense, diciendo “No nos vengan aquí a patotear”,
En el mismo sentido, el presidente Kirchner sostuvo que el MERCOSUR se tenia que ampliar “para no ser un mero acuerdo económico sino generar ejes estratégicos…” por eso consideraba muy importante el papel que jugarían Venezuela y Brasil
En el 2006 surgió un conflicto diplomático con Uruguay a raíz de la instalación de una planta de celulosa de la empresa finlandesa Botnia en la localidad uruguaya de Fray Bentos, sobre el Río Uruguay, Existían acuerdos binaciones de consultas entre los dos países, que no fueron respetados, sobre la preservación del medio ambiente y recursos del río Uruguay; y los peligros de contaminación que provocarán daños irreversibles en la región, afectando la calidad de vida de los habitantes, tanto uruguayos como argentinos.
Uno de los problemas para el funcionamiento de las empresas de celulosa, es el uso de la madera de eucaliptos, las extensas plantaciones de monocultivo y la explotación a gran escala. La tecnología que se usaría en la empresa Botnia es la ECF con dióxido de cloro, que es la más contaminante y, si se piensa en la escala de producción prevista, los daños serían irreparables.
Esta situación llevó al corte por parte de activistas ambientalistas de la provincia de Entre Ríos de los puentes internacionales con el país oriental. Néstor Kirchner se negó a reprimir a los manifestantes e incluso se manifestó públicamente a favor.
Las declaraciones del presidente tensaron las relaciones con Uruguay. El gobierno uruguayo mantuvo una actitud intransigente, llegando a movilizar el ejército para custodiar la planta y rechazando toda negociación mientras continúen los cortes de los puentes internacionales que unen ambos países, a la vez que la construcción de las instalaciones cuestionadas prosiguió.
La comisión binacional que trabajó en el tema, terminó fracasando, ya que no se llegó a encontrar una solución al conflicto.
Otra planta de similares características iba a ser construida en Fray Bentos por la empresa española Ence, pero luego anunció su relocalización en las cercanías de la ciudad de Colonia del Sacramento. Argentina solicitó la detención de las obras argumentando que en virtud de los antecedentes de otras plantas similares, el proyecto traería aparejada la contaminación de las aguas y aire; y que no se habían realizado estudios de impacto ambiental apropiados, por lo que denunció la violación por parte de Uruguay del Estatuto del Río Uruguay que tiene carácter de tratado internacional..
El litigio fue llevado entonces a la Corte Internacional de Justicia de la Haya, que no dio lugar al pedido argentino de detención preventiva de las obras por catorce votos contra uno. Se presume que el fallo de esta corte demorará varios años en producirse. A fines de 2006, Uruguay presentó ante la corte un pedido para frenar los cortes de los puentes internacionales, que recibió un fallo adverso.
Luego del cese al fuego de la Guerra del Líbano de 2006 las Naciones Unidas comenzaron la formación de una fuerza militar internacional que ocupara los territorios del Líbano ocupados por Israel durante dicho conflicto. La Argentina, conjuntamente con Brasil, rechazó formar parte de dicha fuerza.
En las elecciones presidenciales de 2007, la candidata del oficialismo, Cristina Fernández de Kirchner, consiguió una clara victoria, con cerca de 20 puntos de distancia sobre la segunda fuerza política de Elisa Carrió. De esta manera, sucederá a su esposo en la Casa Rosada durante los próximos cuatro años.

Prof. Isabel Rodríguez


Finalizamos en esta edición la Segunda Parte del coleccionable Historia Nuestra, que, a modo de resumen, ha escrito la profesora de Historia, Isabel Rodríguez. La misma vino siendo publicada (en papel) desde marzo de 2008 hasta la fecha (páginas 3 a 88). En el próximo número de la edición en papel (enero de 2012) incluiremos el índice correspondiente. Quienes quieran conseguir páginas faltantes sólo tienen que requerirlo a guialdea@yahoo.com.ar o llamando al 15-6660-1668. El Editor.

La conjura de los libreros

Por Roberto Di Vita*


(Resistencia de los libreros ante las multinacionales del libro.)

CAPITULO 23

Resumen: Los libreros de alma (no todos o todas) que luchan contra las multinacionales del mercado editorial, se solidarizan con los escritores comprometidos de la humanidad.

Pablo descubrió cierta vez por la ciudad de Rosario, la figura de una bicicleta solitaria dibujada en las paredes y le vino a la memoria la historia de... LA BICICLETA PERDIDA
No estuvo perdida, se la encontró en la memoria de los habitantes de Rosario que quisieron verla.
La encontraron los amigos de Cachilo que salieron a buscarlo. La madre de Cachilo que guardó la bicicleta como una prolongación de su hijo y hoy lleva su pañal blanco en sus cabellos.
De la novia de Cachilo, que alguna vez paseó por el Parque Independencia o el Parque Urquiza, pedaleando en esa bicicleta de leyenda. De Raúl García el maestro que la tomó prestada y llevó cuadernos para los pibes de su escuelita Cabín 9, en esos cuadernos escribió “Existen seres humanos que soñaron más allá del sol y con un país mejor”.

Vieron la bicicleta de Cachilo, los canallas y los leprosos, los gorriones y los actores de conciencia rosarigasinos.
La vio el negro Fontanarrosa y no pudo contener una lágrima. La vio Olmedo desde su banco y su escultura sobre wheelwright y la saludó con tristeza.
La bicicleta solitaria de Cachilo, el muchachito que hace treinta y tres años se dirigió a una cita militante y nunca más volvió, se lo llevaron los inefables oscuros de la muerte.
Pero quedó como testimonio su amiga bicicleta, dibujada en las paredes de Rosario, de San Martín y otros pueblos. Está en las canciones, en la memoria; todos la ven aún. Es la bicicleta perdida de Cachilo, el pibe que no volvió, todos la verán menos los que se tapan los ojos.
Pablo guardó esta carta para mostrársela al viejo José y a Silvina; la leyeron juntos en silencio y luego de una dolorosa pausa, el viejo José les encomendó una peligrosa misión...
(Continuará.) Derechos Reservados

*Escritor
¿Querés estudiar
inglés sin estudiar
gramática?


Sábados atrás, en el programa GPS de radio Continental, la periodista entrevistó a una persona que explicaba cómo ellos en su instituto logran que sus alumnos hablen inglés en 8 meses sin estudiar la gramática igual que los niños cuando adquieren su lengua materna. Aclaró que los chicos primero hablan, luego leen, posteriormente escriben y que por último estudian la gramática. Lo que la “promotora de la panacea” no dijo es cuánto tiempo le lleva a un ser humano comenzar a hablar y cuántas horas está expuesto al idioma que luego va a adquirir.
Cuando un bebé nace, está las 24 horas del día escuchando a sus padres, hermanos o parientes, amigos, la TV, la radio y esa criatura se va a largar a hablar, a conversar a los 2 años, hay quienes lo hacen antes y otros tardan un poco más. Digamos que entre los 2 ó 3 años, esos locos bajitos expresan sus sentimientos, opiniones y cuestionan todo. Cuando alcanzan los 5 ó 6 años aprenden a leer y a escribir. Por lo tanto, es un engaño total, una aseveración falaz decir que en 8 meses una persona puede hablar otro idioma estudiando 2 hs semanales.
Los chicos que concurren a escuelas bilingües y están 3 hs diarias aprendiendo inglés, no hablan en 8 meses. Comprenden y pueden emitir frases cortas, obedecer órdenes, reconocer palabras escritas, cantar, etc, pero van a pasar algunos años hasta que puedan hablar correctamente. No se dejen embaucar por “luces de colores”, en el aprendizaje de una segunda lengua, no hay magia, hay esfuerzo, constancia, estudio, dedicación y por supuesto, cuanto más hablen, más rápido van a progresar, pero las personas que no saben leer ni escribir son analfabetos, tienen limitaciones: no pueden redactar ni leer un mensaje de texto, no comprenden indicaciones de tránsito ni pueden elegir algo para comer en un menú, por citar algunos ejemplos.
Para concluir, el proceso que atraviesa el ser humano desde que nace hasta que comienza a hablar en su propio idioma es muy diferente que cuando se trata de otra lengua a la que está expuesto 2 hs semanales.

Lic. Graciela Esther Cervetto
de Howlin. 4757-6424
No importa el libro,
sino la lectura


Por Ariel Torres*

Cory Doctorow no podría tener más razón cuando, en el prólogo a su multipremiada novela Someone Comes to Town, Someone Leaves Town, dice que hay que ser muy poco imaginativo para conjeturar que en el futuro habrá dispositivos de lectura que simularán la experiencia del libro de papel. Unas líneas más abajo admite, con la humildad de los que saben en serio, que "el negocio y la práctica social de los e-books será mucho, pero mucho más extraña que eso (...). De hecho, creo que probablemente será demasiado extraña para que podamos imaginarla hoy".

Cory no es uno de esos gurús que con solemne religiosidad venden humo de colores. Medio millón de copias de su primera novela se distribuyeron sin cargo en forma electrónica. Medio millón. Cualquiera anticiparía que eso afectó las ventas de su libro. Pero ocurrió exactamente lo contrario. Someone Leaves Town va por la quinta reimpresión.

Ouch.

Pero no voy a hablar de cómo diseñar modelos de negocio correctos en un mundo donde todo lo que llamamos información se ha convertido en cadenas de unos y ceros. No aquí, al menos.

Hay algo más, más profundo, quizás más complejo y más perturbador, y que debería preocuparnos más que el aspecto y la forma de comercialización de los libros del futuro. Me refiero a la lectura.

Difícil, aburrido, agotador

En varias ocasiones durante los meses últimos, quizá por el debate que coordiné en agosto para LA NACION en el Malba sobre e-books, me he encontrado conversando con gente de la tecnología y de la cultura sobre el futuro del libro. Y uno de los interrogantes sobre los que insistí es: ¿Pero qué nos importa en realidad, el libro o la lectura?

Sí, ya sé. Parece una obviedad. Nos importa la lectura. Que los chicos lean y todo eso. Pero una de las cosas geniales de las obviedades es que podemos tenerlas delante de las narices durante siglos sin percatarnos de que esconden alguna clase de secreto. Por ejemplo, el Sol no sale sobre el horizonte. Es la Tierra la que se está moviendo. Ya sabe lo que este simple hallazgo causó en su momento.

La lectura, me temo, oculta una clave parecida. Queremos que los chicos lean libros, ¿no? Bueno, hasta donde recuerdo, y quizás alguien tenga una experiencia diferente, aprender a leer no es ni remotamente fácil. Respirar es fácil. Correr es fácil y divertido. Reírse es fácil, divertido y contagioso. Que te cuenten una historia es de lo más lindo que hay. Recuerdo que solían contarme cuentos antes de dormir. Esto hizo que con el tiempo empezara a imaginar mis propias historias, mientras intentaba conciliar el sueño. Así que incluso escribir es más fácil que leer. (Dicho sea de paso, los que escribimos profesionalmente pasamos mucho más tiempo trabajando en la cabeza que en el teclado; tipear es la parte sencilla del asunto.)

Así que vamos a aclarar algo de una vez. Leer es difícil y aburrido para un chico. Difícil, aburrido y agotador.

Sí, sí, es muy bueno que lean libros, pero no alcanza con predicarlo, e intentar incentivar la lectura conduce a una paradoja.

Deme solo unos minutos más.

Tarzán y el Capitán Nemo

Recuerdo que cuando la primaria ya me había aclarado qué significaban esos signos sobre el papel, mi padre decidió que era hora de que abandonara las historietas y leyera libros. Mejor intencionado que asesor literario, me abrumó primero con Tarzán de los Monos y luego con 20.000 Leguas de Viaje Submarino. Recuerdo también mi primera impresión luego de intentar con esos volúmenes: Nunca jamás voy a poder leer libros. Nunca.

Esas dos obras tenían un número de problemas para un chico, como constaté muchos años después. Primero, el número de páginas era descomunal. La letra era pequeña. Y aquella traducción de Verne podría haber arrasado con mi neocórtex, si hubiera persistido en soportarla a tan corta edad.

Por suerte, tiendo a desobedecer. Y soy un hombre afortunado. Fue así como encontré, tras la segunda mudanza que experimenté de pequeño, una caja repleta de unos libros que, calculo que por higiene cultural, habían sido erradicados de la biblioteca, que en la nueva casa pasó a ocupar su propio cuarto.

La caja, exiliada al altillo, contenía una docena de libros de ciencia ficción de la más baja estofa, con coloridas tapas que mostraban monstruos horribles y astronautas de escafandra reluciente, nave espacial inverosímil y novia rubia.

No pasaban nunca de las 120 páginas, en el más desproporcionado de los casos, y la letra era bien grande. Las historias, bueno, qué le puedo decir. Todos los clichés y un poco más.

Es decir, me encantaron.

Les debo mucho, además. Si no hubiera sido por ellos, nunca habría llegado a Flaubert, Dostoievski, Cortázar, Böll, Yourcenar, Rulfo, Salinger o Mishima. Les debo, de hecho, mi profesión, porque leer me llevó un día a preguntarle a mi madre exactamente cómo se hacían los libros. Aprendí entonces que alguien los escribía, y me puse a hacerlo. A los 10 años ya había llenado una pila de cuadernos Rivadavia de cien hojas y tapa dura con la Bic azul gruesa que a mí me gustaba.

En el nombre de la Rosa

Por supuesto, conservo esa colección de libritos descastados. Me permiten recordar algo elemental. Leer no está en nuestros genes. Oír y entender el lenguaje, sí. Leer, no.

Leer requiere un esfuerzo visual (leemos con la parte del ojo que ve detalles) y entrenar al cerebro para que use un área que se dedica a reconocer formas para extraerles significados que nada tienen que ver sus formas. Aprender a leer libros da trabajo, y a ningún chico en este planeta (y a mí menos que a ninguno) le gusta hacer esfuerzos. Todavía hoy tengo presente el día en que leí mis primeras 20 páginas. ¡Lo había logrado! ¡Veinte páginas! No lo podía creer.

Esa colección de poca monta, puesta a un lado para no infectar la mente del futuro lector con tonterías por debajo de Burroughs o Verne, me ha enseñado que la única forma de que alguien haga un esfuerzo es motivándolo.

El placer suele ser un gran motivador, anote.

Alambre de púa

Cuando terminé de leer esa sarta de lugares comunes y de blondas chicas salvadas de monstruos espantosos por héroes con armas de rayos láser me empezó a ocurrir algo muy raro.

Echaba de menos leer.

Como ahora sabía lo que era la ciencia ficción, rebusqué en la biblioteca por más libros de esa clase. Reincidí con las 20.000 Leguas -¡ay, los mandatos!-, pero el efecto fue igual de nocivo; ya dije por qué. Sin embargo, encontré otros libros más prometedores. Las tapas eran coloridas, aunque sin ilustraciones altisonantes, y la letra no requería una lupa. Los veteranos recordarán las colecciones Nebulae y Minotauro. Sus volúmenes eran más grandes que los libritos de la caja, y en general tenían más páginas, pero esto, ahora, ya no me inquietaba. Por el contrario.

Llegaron así a mi vida Asimov, Clarke, Bradbury, Sturgeon, Heinlein, van Vogt, Wyndham, Lovecraft (y buen susto me pegué) y Matheson (lo mismo).

Para entonces, estaba atrapado. Habiendo superado el entrenamiento inicial, cuando la lectura se ha vuelto una segunda naturaleza, nadie dejará esta práctica ni por todo el oro del mundo. Esa es la razón por la que los que somos lectores de libros de papel también leemos mucho en e-books. Porque lo que importa no es el libro, sino el milagro de la lectura.

Oh, sí, bueno, espere, claro que me gustan los libros de papel. Los amo. Ya lo he dicho. Y ya me han criticado por decirlo. Es más: perdemos ciertos derechos fundamentales al pasar del libro al e-book.

Seamos honestos, no obstante. Si durante los últimos 500 años la literatura hubiera venido impresa en rollos de alambre de púa, amaríamos el alambre de púa. Este amor es temporal. El otro, el de la lectura, es el que me preocupa.

Porque, ¿qué es leer?

Gracias, Harry

Sabemos qué no es leer. No es aburrido. No es difícil. No es ningún esfuerzo. No es agotador. Todo lo contrario. ¿Cuántas veces nos quedamos hasta cualquier hora para terminar esa novela de 570 páginas? ¿No le ocurre con un buen libro que no quiere que se termine, y eso que es de tamaño asteroide?

Ningún lector dejará un buen libro sobre la mesa ratona para decir: "Me siento cansado de leer, mejor pongo la tele". Quizá diga: "Me siento cansado para leer, mejor pongo la tele". Son cosas bien diferentes. Uno puede estar cansado para hacer algunas de las cosas que más le gustan en la vida.

¿Cómo es posible que algo que nos dio tanto trabajo aprender se convierta en uno de los mayores placeres de la vida y, a la vez, uno que, se dice, constituye una ventaja competitiva fundamental?

Este es uno de los grandes escollos del asunto. Estamos mezclando dos cosas y tratamos de resolver una paradoja. Cuando nos empecinamos en que los chicos lean libros argumentamos que leer es algo bueno y conveniente. Sí, está bien, pero eso no interesa para nada. Uno se enamora de la lectura, y el amor no se puede forzar. De hecho, el amor muchas veces no es conveniente.

Si aquella caja no hubiera estado escondida en el altillo, desterrada, hasta cierto punto prohibida, tal vez no le habría prestado atención.

El silencio de las bibliotecas

Me dicen a menudo que sólo Harry Potter ha logrado que una hija o un sobrino empiecen a leer. Bueno, lógico. ¿O pretendían lograrlo con Góngora?

Harry Potter es pura aventura, ocurre en la escuela, hay malos y buenos, sin medias tintas ni sutilezas psicológicas, y además está razonablemente bien escrito. ¿Es gran literatura? No. Pero es un portal que le ha permitido a millones de chicos atravesar el extenuante entrenamiento que los convierte en lectores. Parece diseñado para eso.

Leer un libro (no un título o medio párrafo) es un proceso muchísimo más extremo de lo que parece. Se puede trabajar todo el día oyendo (no escuchando) música, con la tele prendida, y hasta hablando por teléfono (si lo sabré). Pero cuando leemos no podemos hacer ninguna otra cosa. ¿Por qué cree que son tan silenciosas las bibliotecas?

Leer, lejos de lo que parece, no es un proceso pasivo. La literatura es iniciada por un escritor, pero realizada por el lector. El libro que usted lee no es el mismo que lee su vecino, aunque sea el mismo texto. Cualquier lector sabe que releer es reescribir ese libro en la conciencia.

Esta idea dislocada de que leer se parece a ver la tele o a poner música bajita de fondo es lo que lleva a tantos tropiezos a la hora de enseñar el placer de la lectura.

Leer no sólo es construir de nuevo lo que el autor, exquisita pero vanidosamente, ha plasmado; es hacerlo de un modo único. Mire a alguien leer. Notará que está casi perfectamente quieto, apenas muestra algunas expresiones faciales cada tanto y mueve los ojos de lado a lado. En ningún otro momento nos comportamos así, excepto cuando soñamos.

También sabemos que sólo hay dos instancias en las que un chico se queda quieto tanto tiempo. O está enfermo o está leyendo.

Miremos más profundamente el fenómeno de la lectura. La persona está pasando la vista por una delgada hilera de dibujitos negros sobre el papel blanco. Si hay algo desalentador de la lectura, para un chico, es la falta de ilustraciones. ¿No lo recuerda, acaso?

Leer es transformar esa maciza y en apariencia monótona masa de marcas en imágenes sublimes y emociones intensas. El milagro es doble, por lo tanto, porque el aspecto exterior del texto debe ser así de hosco para no interferir en este portento que estamos viviendo. Es decir: el texto es invisible para el lector. Este es el secreto que nos olvidamos de decirles a los chicos. Quizás, entusiasmados con la idea de ver cómo las áridas páginas se esfuman, concederían en dedicarle tiempo. No los defraudaríamos, pero sería una verdad a medias.

Las páginas no se esfuman, transmutan.

Ajá, ¿pero para qué sirve leer?

Creo que, además, tampoco tenemos muy claro por qué queremos que los chicos lean libros, que se conviertan en buenos lectores. ¿Por qué eso y no leer epígrafes o tweets? ¡Estamos en el mundo digital, éste es un suplemento de tecnología, qué es todo este jaleo con la lectura de libros! ¡YouTube rules!

Sí, pero en el fondo de nuestra conciencia sabemos que leer es independizarse. ¿Qué es leer? Leer es convertirse en una persona libre. ¿Por qué? Bueno, simple. Porque no existe ninguna otra destreza más importante en toda la formación de una persona, con la sola excepción -quizá- de la matemática. Eso sí, cualquiera puede aprender matemática leyendo libros. No al revés.

Sabemos que si nuestros hijos quieren tener un porvenir, si no feliz, al menos próspero, tienen que poder pasarse días enteros leyendo, no sólo sin cansarse, sino, por el contrario, disfrutándolo. Se llama estudiar.

No espere, sin embargo, que me ponga a hablar mal aquí de los videojuegos, las computadoras o Twitter, como parecería a estas alturas inevitable. No tiene nada que ver con esto. En el futuro, como me dijo alguna vez Antonio Ambrosini, quizá los textos puedan transferirse directamente a nuestros cerebros. Pero falta tanto para eso que ni siquiera podemos imaginar cómo será la sociedad cuando tal tecnología esté disponible. De momento, existe una única forma de transmitir conceptos complejos y profundos: la lectura. Hoy más que nunca.

¿Por qué nos empecinamos tanto en que los chicos lean libros?

Porque leer es poder.

http://www.lanacion.com.ar/1431405-lo-que-importa-no-es-el-libro-sino-la-lecturaarieltorres

*Periodista especializado en Tecnología