domingo, 23 de diciembre de 2012

La conjura de los libreros        

*Por Roberto Di Vita

CAPÍTULO 33

(Resistencia de los  libreros ante
las multinacionales del libro.)

Resumen: El viejo José, librero de alma junto a sus amigos lucha contra las multinacionales del negociado comunicacional; Pablo y Silvina amados por el viejo José, volaron por los aires, tras una bomba en su librería. Comenzó la resistencia a toda esta criminal penetración, pero antes nuestro José recibió una carta que lo puso eufórico y triste a la vez...

Camina por Madrid, y... qué rumbo tomo hoy. Elijo Ronda de Acacias, Ronda de Toledo, Embajadores o Mesón de Paredes.
Hacia Ronda de Valencia se encuentra la esquina de los yonquis, seres que le causan una dosis de curiosidad,–por qué– precisamente siempre cuidan ahí, que está la salida del metro.
También esta el súper, el negro que vende periódicos, Pilar mira a través de sus gafas oscuras y lee La Farola, dos euros, no se atreve a comprarlo, esa timidez de la cual le cuesta desembarazarse, –Pero, no me he de quedar con la duda de lo que dice, la próxima lo compro.
Después de tantas dubitaciones, escoge Mesón de Paredes. Aún no se ha ido el verde, sólo algunas hojas cansadas yacen en el suelo con su añejo color, la finitud llegó para ellas.
La calle es angosta, con los benditos pibotes delimitando la acera de la calle en sí. Las diversas tiendas de marroquíes, chinos, etc... dan el colorido. Se conjugan los verbos oír, oler, mirar,...sentir.
Siempre sentir por todos los sentidos. Nada escapa a ellos.
Múltiples sonidos, lenguas diferentes, melodías, ruidos de todas las magnitudes. El olor a pescado, los aromas de los inciensos, la cebolla frita en oliva...Pilar no se reconoce.- aquí las frituras no me molestan- pero si extraño al amor que está en Buenos Aires.-¡ Cómo disfrutaríamos juntos! –
Llega a la plaza de Tirso de Molina, donde en algunas terracitas la gente bebe unas cañas con tapas o come, la comida es un buen argumento para socializar.
Cruza Benavente con su peculiar barrendero. Sigue por Carretas donde hay muchas tiendas de modas. Se mete en ellas y hurga para ver lo que se usa y esperar las rebajas y comprarse algo que la haga joven sin caer en el ridículo. Su temor continuo al paso del tiempo.
Llega hasta Sol, hoy no ha de ir hasta Plaza Mayor o Gran Vía.
Decide la vuelta, va por Lavapiés, se introduce en la calle de restaurante indio. ¡Cómo le apetece la comida india! –¡qué sabor, ¡qué olor, ¡qué color, en la comida y en las semillas de vaya a saber que frutos.
Se sienta en una mesa en la acera, se acerca el mesero indio de un rostro oscuro aceitunado, ojos brillantes y con un español endulzado le pregunta: –¿qué te sirves? –ella le responde, una caña clara con el pan caliente de tu país, como tú sabes.
La mirada de Pilar busca un punto, es lejano, pero lo ve, a su amor en Buenos Aires...(Continuará). Derechos Reservados,

*Escritor

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