viernes, 17 de abril de 2009

LA ALDEA PANORÁMICA
Serpientes encantadoras

Hace unos días, a partir del momento de la muerte del ex presidente Raúl Alfonsín, se pretendió y se pretende instalar la idea de que “cambió el escenario político”. Campaña mediática omnipresente montada de por medio, tras que una parte de sectores de clase media de la Capital se acercó sentidamente por la pérdida del líder radical, más la acción denodada de ciertos encantadores de serpientes mediáticos que operan sin tregua con unas dosis de nerviosismo y obscenidad cada vez más ampliadas, apuntaron tal “idea” así como lo de volver a ser “un país normal”.
Ahora, además del drama del dengue, algo real y retrasado su conocimiento de parte de las autoridades provinciales del norte argentino en carácter de epidemia en esas zonas, lo que abrió una urgente campaña preventiva, más la repentina “desaparición” del tema inseguridad y el consecuente pedido de la pena de muerte desde las pantallas televisivas (ver nota página 4), pero no tanto, o el decidido tema del “autoritarismo” o “ineficacia” gubernativa en casi todos los aspectos, según los medios, se reforzaron esas insufladas ideas .
Ahora, ¿cuál es el cambio de escenario político, relacionado éste con la muerte del otrora líder radical, ampulosa y expansivamente retratado por los medios como “padre de la democracia”? ¿Qué ha cambiado realmente, salvo esos dos días donde miles de personas se condolieron justamente de esa pérdida así como tantos aprovechadores de la escena se ubicaron para “posar” para la foto y legitimarse un poquito o un tanto más para los próximos comicios, como el ambicioso señor vicepresidente Cleto Cobos? Nada o casi nada.
Porque la situación internacional de crisis financiera sigue su curso, con vaticinios de recesión y hasta de depresión generalizada, como sostiene el historiador inglés Eric Hobsbawn, a pesar de la reunión del Grupo de los 20. En la misma, donde la Argentina estuvo presente, se siguió intentando con la vana idea de atender a los supuestos “salvadores” (bancos, entidades financieras de crédito internacional o empresas quebradas por sus malos negocios, especulaciones o desatinos) de las verdaderas víctimas (los trabajadores, los pobres, los desempleados, las clases medias, los empresarios medianos y pequeños) mientras éstas, ya en el primerísimo mundo, empiezan a padecer, aunque pálidamente comparado con lo que vivimos en estas llamadas “economías periféricas”, el desempleo, la retracción del consumo, la pérdida de nivel de vida y todo lo que ello trae colateralmente.
¿Y en el escenario nacional, qué ha cambiado? El gobierno sostiene su línea con un margen amenguado sobre la base de un balance en general positivo de su gestión, pero jaqueado por el embate de una oposición cerrada, necia y dividida, que baila al compás de las corporaciones, mediáticas y de las otras, que si bien tienen todo el derecho a la crítica esta vez se vienen “pasando”.
¿Por qué se “pasan” tanto oposición, los medios corporativos y el enlace “campero”? Porque con esta crítica absoluta, en buena parte mentirosa, no sólo ataca a las políticas que lleva adelante el oficialismo hoy, sino que van dejando tierra arrasada, como se dice, para un supuesto recambio en 2011 o antes, porque lima la credibilidad hacia todo y hace cada vez más difícil la gobernabilidad, para ahora y para los gobiernos que quizá vendrán. Este callejón con salida reducida recuerda el ilusorio “que se vayan todos”, de 2001-2002.
El masaje constante de los medios corporativos sobre una sociedad acorralada y angustiada por diversos temas, al amplificarlos exponencialmente, no deja otro lugar más que para el miedo y el escepticismo, aunque ciertos índices económicos no estén mal, y más si se los compara con lo que del Primer Mundo que ya está padeciendo, como decíamos.
Claro que molesta y es grave que el INdeC no dé cifras veraces sobre la inflación, pero tampoco es menos cierto que la acusación constante de autoritarismo hacia la presidenta y su gobierno y el anterior, que jamás reprimió una sola manifestación de cualquier clase en casi 6 años, suena a presión destituyente. Simplemente porque esta calumnia nunca prueba nada y sólo se sostiene en el argumento absoluto de que “todo, pero todo, está mal y empeora”. Vaya si la situación actual, en otro contexto y momento, se le parece a lo vivido al final del gobierno del Dr. Alfonsín.
Haciendo una digresión, la imagen enojada del hombre de Chascomús ante los terratenientes de la Rural que le chiflaban en su predio en 1988, fue de lejos una respuesta contundente antes del recule, y quizá no tan fuerte como la que este gobierno de Cristina Fernández sigue dando a estos sectores a los que ya nada les viene bien. Porque resulta evidente que el tema ya no son sus reivindicaciones sectoriales, si no, precisamente, “el cambio de escenario” (o de gobierno), con o sin elecciones, y la vuelta al “país (neoconservador) normal” (para ellos) de la exclusión social para muchos. Esto, a pesar de los dichos del ex broker de la banca Morgan, el señor Prat Gay, de la Coalición Cívica “Libertadora”.
La crisis externa a la Argentina, aún no llegó: la economía por ahora goza de bastante salud a pesar de los agoreros mediáticos. Lo que sí llegó, y se crea todo el tiempo, es un clima de desesperanza y temor que, obviamente, retrae consumo “por las dudas” con evidente resultado en la merma de la actividad económica en ciertos rubros.
Junio parece una vida para saber qué hará la ciudadanía. Si acepta pasivamente la presión mediática de que este proyecto que arrancó en 2003 ya no sirve o que éste es el peor momento de la Argentina, como escupe el señor Morales Solá desde La Nación, los tiempos auguran un reemplazo antes que en 2011, y con pocas perspectivas de gobernabilidad, gane quien gane .
Por otro lado, si el gobierno logra ganar por amplia mayoría las legislativas, la idea de plebiscito en favor del proyecto nacional y popular, probablemente aquiete las aguas por un tiempo, pero no por mucho. Los sectores conservadores no toleran este modelo y aspiran a reemplazarlo por una Santa Alianza restauradora con una regresión en todos los campos.
Igual, lo inmediato, no está claro. Una sociedad atemorizada, al tono de la música de las serpientes encantadoras, no siempre decide lo mejor para su destino.
O quizá sí, y la estemos subestimando. Ojalá. R.S.

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