domingo, 16 de mayo de 2010



LA ALDEA COLECCIONABLE

Historia Nuestra

Ezeiza, la masacre que prefigura los años venideros

El regreso de Perón comenzó con una tragedia, el 20 de junio de 1973, en Ezeiza, el enfrentamiento entre la derecha y la izquierda peronistas selló con sangre la primavera camporista.


Perón, a quien esperaban más de un millón de personas, aterrizó finalmente en Morón.

El indicador más claro del avance de la derecha peronista fue la presión para que Cámpora renuncie, invocando la necesidad de convocar a elecciones ya que Perón estaba definitivamente en el país.


Cámpora renunció junto a su vicepresidente, Vicente Solano Lima, y fue reemplazado provisionalmente por Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados y yerno de López Rega; ya que el presidente del Senado no pudo asumir la presidencia provisional por un obligado viaje de turismo.


Lastiri convocó a nuevos comicios presidenciales para el 23 de septiembre y la fórmula del FREJULI estuvo integrada por Perón y su esposa María Estela Martínez como vicepresidenta, obteniendo el 62% de los votos.


El proyecto de Perón fue liderar una política de pacificación y ordenamiento institucional para consolidar el pacto corporativo entre el capital y el trabajo y mantener una participación de los trabajadores en el PBI (Producto Bruto Interno) del 46%. Para tener éxito en esa línea, Perón nombró Ministro de Economía a José Ber Gelbard, y en la CGT, contó con la lealtad de José Ignacio Rucci.


“Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”, fue la consigna que Perón intentó instalar en un país que había soportado, durante años, varias dictaduras.

Pero en esa Argentina no hubo lugar para la reconciliación. El choque entre la derecha y la izquierda peronista fue feroz.


Perón que desde el exilio había utilizado la política del péndulo entre la izquierda y la derecha resolvió de la peor manera la contradicción que él mismo había provocado.


El acercamiento a José López Rega o “Lopecito” como le decía Perón, o “el Brujo”, como lo llamaba ya casi todo el mundo, y su consentimiento para que actuaran bandas paraestatales como instrumento para depurar su movimiento y el intento de los sectores de izquierda y marxistas, armados y no armados, fuera del peronismo, fue su peor decisión.

López Rega, Ministro de Bienestar Social y secretario privado de Perón, pasó de ser un oscuro cabo de policía a comisario retirado de la Policía Federal por decreto oficial, y no tardó en asegurar su poder a través de la Alianza Anticomunista Argentina, más conocida como “la Triple A”.


La Triple A desplegó un show macabro de desborde, marcado por secuestros, torturas y asesinatos. Estos asesinatos fueron perpetrados por bandas fascistas amparadas por el gobierno, la policía, hombres de las Fuerzas Armadas, de patotas de seguridad de los dirigentes sindicales y de los grupos de extrema derecha del peronismo.


Militantes históricos y nuevos del peronismo combativo como Julio Troxler, Tito Pierini, Horacio Chávez y Rodolfo Ortega Peña; teóricos de izquierda, como Silvio Frondizi; abogados como Alfredo Curutchet y Tito Deleronni; periodistas, como Jorge Money y Pedro Leopoldo Barraza; sacerdotes tercermundista como el padre Carlos Mugica, cayeron víctimas de la banda de López Rega.


Después llegó la ruptura con los grupos de la Juventud Peronista de la Tendencia vinculados especialmente con Montoneros, que por más tiempo habían jugado el rol de brazo armado de Perón.


Su proyecto político de instaurar en el país un modelo de capitalismo nacional, con un fuerte mercado interno, basado en un Estado que regularía las reglas de la economía, no pudo cuajar.


Poco pudo hacer su ministro de economía José Gelbard, a pesar que impulsó un pacto social entre trabajadores y empresarios, con la vista puesta en la inflación cero y en una mejor redistribución de la riqueza. Y una apertura a los mercados socialistas de la URSS y Cuba. Este proyecto se dio en un contexto en el que la violencia era cada vez más frecuente. Perón tenía casi 80 años, estaba enfermo, “el Brujo” lo manejó todo, seguramente también al anciano líder, al que la situación se le escapó de las manos.


Además, en pocos meses el panorama político en Chile, Uruguay y Bolivia, había cambiado, con la instalación de dictaduras militares bendecidas por los Estados Unidos en la región.


Prof. Isabel Rodríguez

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