Triunfo y caída de “la Alianza”
La clase media se rebela
La “Alianza”, conformada por el FREPASO, la UCR y otros grupos políticos, arrasaron en las elecciones presidenciales de 1999, su fórmula De la Rúa-Álvarez obtuvo el 48,5% de los sufragios, contra el 38,09% del binomio peronista Eduardo Duhalde-Ramón Ortega. En tercer lugar, con el 10,09% de los votos, aparecía el ex ministro de Economía Domingo Cavallo.
Uno de los éxitos de la campaña electoral fue el primer spot televisivo de De la Rúa, en el cual pronunciaría la frase "Dicen que soy aburrido..." con la cual se lo relacionaría más adelante.
En marzo de 2001, ya con desvíos en las metas presupuestarias del primer trimestre del año se produjo el alejamiento de José Luis Machinea del Ministerio de Economía y se nombró para el mismo al hasta entonces ministro de Defensa, Ricardo López Murphy
Sus proyectos para sanear la economía que imponían realizar un enorme ajuste del gasto público, retirar fondos de áreas como salud o educación, chocaron con una muy fuerte oposición popular.
La sociedad esperó políticas de gobierno que se apartaran del modelo neoliberal impulsado por el presidente Menem, pero el presidente Fernando De la Rúa defraudó toda expectativa de cambio, ya que intentó paliar la crisis mediante un nuevo “impuestazo” que no hizo sino empeorar las cosas. La continuidad respecto al menemismo era tal, que en 2001 De la Rúa volvió a convocar a Domingo Cavallo como ministro de Economía.
Cavallo para salvaguardar los intereses financieros y paliar una crisis económica que se tornaba incontrolable, impulsó el “Plan de Déficit Cero”, hecho ley a fines de julio, que consistió en un recorte compulsivo del 13% en los sueldos de docentes, empleados públicos y jubilados.
En noviembre, el gobierno de De la Rúa inició una reestructuración de los compromisos de la deuda externa, denominada "Megacanje". Hacia fines de ese mes, el agravamiento inusitado de la situación económica, con inversiones que se alejaban debido a la complicada situación política, provocó desconfianza pública en el sistema financiero, por lo que se produjeron fuertes retiros de depósitos bancarios.
Ante esta masiva fuga de capitales, el ministro implementó el “corralito” que limitó la cantidad de dinero que las personas podían retirar de los bancos.
Esta situación llevó al triunfo del peronismo en las elecciones legislativas de 2001. Se produjo además la pérdida de la credibilidad del sistema, ya que el 42% de los electores optaron por el “voto bronca” votando en blanco, anulando su voto o absteniéndose de votar.
El 12 de diciembre el CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica) organizó una importante movilización, en la que se convocó a hacer sonar bocinas, cacerolas, cortar calles, descolgar teléfonos, apagar las luces de las vidrieras, etc., en reclamo por las medidas económicas que se implementaron.
Hacia el 19 de diciembre, la situación social se volvió incontrolable, con saqueos y desmanes en los puntos más importantes del país. El Presidente llamó a la población a la calma. La rebelión popular, en lugar de terminar, sumó el apoyo de la clase media, histórico bastión electoral del radicalismo.
En la noche del 19, después de un discurso del presidente De la Rúa en el que anunció el Estado de Sitio y ninguna solución a la crisis económica, grupos de vecinos de Buenos Aires salieron a las calles espontáneamente golpeando cacerolas y sin pancartas de agrupaciones políticas, y marcharon hacia la Plaza de Mayo, al grito de "¡Que se vayan todos!, que no quede uno solo” lo cual llevó a una situación de verdadera acefalía presidencial.
A la medianoche renunció el ministro de Economía, Domingo Cavallo, y el resto del gabinete puso sus renuncias a disposición del Presidente
Al día siguiente el gobierno reprimió ferozmente a los manifestantes que aún reclamaban, con el saldo de unos 40 muertos y más de dos mil heridos.
Las manifestaciones y los reclamos se sucedieron simultáneamente en Santiago del Estero, Mendoza, Córdoba, Entre Ríos, Neuquén y Tucumán.
El presidente Fernando De la Rúa renunció y abandonó en helicóptero la Casa Rosada.
Lo peor de la crisis despertó la creatividad, solidaridad y cooperación de buena parte de los ciudadanos, que se organizaron asambleas barriales populares o vecinales.
Tanta desobediencia, tanta solidaridad, tantas experiencias novedosas de autoorganización, con críticas que fueron desde cuestionar al capitalismo a plantear reclamos concretos de los vecinos, de los comerciantes o pequeños industriales, asustó y puso en tensión a la elite y a los políticos de turno.
Prof. Isabel Rodríguez
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