Te soñé bailando un vals
Por Marta Rodríguez
Estabas tan bella. Lucías un vestido de gasa color marfil. La falda con pliegues llegaba hasta los tobillos. Al ruedo lo bordeaba una puntilla de tul. El escote, que marcaba una “v”, se apoyaba en la apertura de tus senos, y en las mangas transparentes las puntillas caracoleaban sin llegar a los codos.
Las piernas estaban ceñidas con medias de muselina al tono, y los pies envueltos en unos Guillermina con tacos apenas insinuados.
El cabello simulaba una melenita a la moda y un rodete ocultaba el pelo que no te atreviste a cortar.
Entraste al salón del Club Social Urquiza acompañada por la abuela y Albita, tu mejor amiga. En la mano llevabas una flor de nardo, obedeciendo la consigna del “Baile de los Nardos“. Eras una estrella rutilando. Él te miró, le devolviste la mirada. Caminó hasta la mesa, inclinó levemente la cabeza y te invitó a bailar.
El vals estrenaba violines y violas. El piano desgranaba la melodía y un bandoneón lo pintaba con la esencia de Buenos Aires.
Con el brazo derecho te rodeó la cintura; tu mano se apoyó en el hombro de él y la unión de las otras manos completó la figura.
Era la primera vez que bailabas con un hombre; siempre lo habías hecho con Albita o con la escoba.
Un escalofrío recorrió todo tu cuerpo. Sonreíste con timidez.
Girabas y girabas envuelta en el embrujo del vals, la falda ondeaba con cada giro.
Tu corazón palpitaba sabiéndose ya en manos de aquél que se lo apropiaría…al igual que el nardo apoyado sobre la mesa.
Las piernas estaban ceñidas con medias de muselina al tono, y los pies envueltos en unos Guillermina con tacos apenas insinuados.
El cabello simulaba una melenita a la moda y un rodete ocultaba el pelo que no te atreviste a cortar.
Entraste al salón del Club Social Urquiza acompañada por la abuela y Albita, tu mejor amiga. En la mano llevabas una flor de nardo, obedeciendo la consigna del “Baile de los Nardos“. Eras una estrella rutilando. Él te miró, le devolviste la mirada. Caminó hasta la mesa, inclinó levemente la cabeza y te invitó a bailar.
El vals estrenaba violines y violas. El piano desgranaba la melodía y un bandoneón lo pintaba con la esencia de Buenos Aires.
Con el brazo derecho te rodeó la cintura; tu mano se apoyó en el hombro de él y la unión de las otras manos completó la figura.
Era la primera vez que bailabas con un hombre; siempre lo habías hecho con Albita o con la escoba.
Un escalofrío recorrió todo tu cuerpo. Sonreíste con timidez.
Girabas y girabas envuelta en el embrujo del vals, la falda ondeaba con cada giro.
Tu corazón palpitaba sabiéndose ya en manos de aquél que se lo apropiaría…al igual que el nardo apoyado sobre la mesa.
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Receta
Masitas de coco y dulce de leche
Mezclar 75 gramos de manteca con 1 huevo; 180 gramos de harina leudante y esencia de vainilla.
Estirar la masa con las manos en una asadera rectangular y cubrirla con una capa de dulce de leche repostero.
Mezclar 100 gramos de coco rallado con 200 gramos de azúcar y 1 huevo.
Poner sobre el dulce de leche repostero, esparciendo bien y hornear 20 minutos más o menos.
*Maestra cocinera y cuentista
04/10/2009
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