De la participación al desencanto
“Menem lo hizo”
Durante los primeros años del retorno a la democracia se produjo una importante movilización de la sociedad civil, la población confió en los partidos políticos como instituciones representativas de sus intereses y acompañaron en la tarea de reconstruir el régimen democrático.
No obstante, al promediar el gobierno de Alfonsín, las expectativas y la confianza comenzaron a reducirse. Luego, el presidente Menem con su política neoliberal y de impunidad, acabó por deshacer las ilusiones democráticas, la confianza en la justicia y generó un progresivo alejamiento de la política, desmovilización social y repliegue de las personas hacia su mundo privado.
El 14 de mayo de 1995, Menem fue reelecto presidente con el 50% de los votos.
Este segundo mandato acentuó la política neoliberal que se venía desarrollando, consolidó la posición de los grupos económicos beneficiados y generó una paradoja: el crecimiento económico se correspondió con la concentración de la riqueza en pocas manos y el aumento de la pobreza.
Con la política de “flexibilización laboral”, el desempleo se mantuvo estructuralmente alto (no menor a 12%), creció el empleo precario, el subempleo y el sobreempleo, aumentó la pobreza y la indigencia, surgieron “los nuevos pobres”.
La contracara de esta situación fue la fuga de capitales al exterior, el remate de las empresas estatales, y la falta de controles regulatorios de la privatizadas, la evasión impositiva por parte de los sectores de ingresos altos, los subsidios implícitos o explícitos que concedió el gobierno y que permitieron la concentración empresarial y el aumento estrepitoso de la deuda externa.
La clase media se fragmentó, muchos eligieron autosegregarse en countries o barrios privados, otros engrosaron las filas de los nuevos pobres. Los valores que habían nutrido la educación y la conciencia moral de los sectores medios se vieron arrasados por la cultura del consumo, el dinero fácil y el individualismo.
Ante esta situación el poder de negociación de los trabajadores y sus organizaciones sindicales se vio debilitado y disminuyeron las protestas por temor a la pérdida del empleo.
Sin embargo, al promediar su mandato, el gobierno de Menem comenzó a sufrir un fuerte desgaste político.
En 1995, poco después de las elecciones, las bancadas de la Unión Cívica Radical (UCR) y del Frepaso (Frente del País Solidario), sellaron un pacto para actuar como bloque opositor. Criticaron duramente las medidas adoptadas por el menemismo y convocaron a algunas acciones de resistencia, como apagones o cacerolazos, en las que participaron sectores medios.
Surgieron además otros modos de protesta espontáneos y de acción directa, como las puebladas, piquetes y cortes de ruta de Cutral Co, Plaza Huincul (Neuquén), General Mosconi y Tartagal (Salta), en estos casos las “Asambleas” mediante las cuales se coordinó las acciones a seguir, estuvieron formadas por trabajadores estatales, petroleros desocupados, docentes, comerciantes y pequeños empresarios, que no se resignaban a ver convertidos a sus ciudades en pueblos fantasmas.
El menemismo intentó desesperadamente la re-reelección, pero no logró el apoyo de grupos del PJ, ya que Eduardo Duhalde aspiraba a sucederlo.
Finalmente, la fuerte pérdida de consenso social, la firme oposición de la Alianza y el duhaldismo lograron bloquear las pretensiones reeleccionistas.
En 1999 triunfó en las elecciones presidenciales la Alianza de la UCR y el Frepaso.
Prof. Isabel Rodríguez
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