martes, 11 de agosto de 2009

Los reencuentros

El viejo psicoanalista argentino, don Enrique Pichón Riviére aseveraba: “cada encuentro es un reencuentro”, refiriéndose a que cuando uno se encontraba con alguien que jamás había visto, éste probablemente nos disparara sentimientos y recuerdos de personas que pasaron por nuestra vida, y que quizá las hagamos aparecer como atributos de esta persona.
¿Y con los reencuentros? Alfredo Grande, el psiquiatra argentino dedicado al psicoanálisis implicado categoriza, parafraseando a Pichón en su inconfundible estilo aforístico, en forma inversa, y amplía: “cada reencuentro es un encuentro”. Esto mismo, trataremos de explicarlo a nuestro modo.
¿Quién puede hablar de reencuentros? Inevitablemente quienes ya han vivido un tramo considerado en sus vidas. Podemos suponer alguien que ha atravesado vivencias de encuentro y pérdidas, alguien que ya ganó y perdió alguna vez, de quizás quien lo dio todo creyendo que eso era lo mejor y recibió lo contrario, o nada, o del que no dio, ni da nada nunca, porque no quiso, no pudo o no supo, y no llega a comprender por qué no recibe nada como esperada contrapartida. En definitiva, de reencuentros puede hablar el que algo ha vivido en tantas situaciones vivenciales más.
El tema resulta interesante ahora porque viene inducido y facilitado con la irrupción de las nuevas tecnologías informáticas que, con cierta instantaneidad, nos facilita reencontramos con personas que hace años no veíamos, y también de remotos lugares.
Detengámonos un segundo. Si desde la perspectiva más psicológica, el otro, aún en el presente, no es sólo el otro, sino, en buena medida, lo que más de una vez le atribuimos desde nuestras propias ideas, sentimientos, miradas y fantasías, ¿quién será entonces este otro, que pasó por nuestra vida hace tantos años y ahora se nos reaparece en el presente?
Este otro, que también somos nosotros, para él, indudablemente, es otra persona, aunque sea esa misma que conocimos hace años, desde nuestro pasado, nuestros recuerdos y nuestras reconstrucciones. Y que, inevitablemente, vamos a tratar “reconstruirla” en este reencuentro, con más o menos éxito, desde el recuerdo de aquel tiempo y lugar cuando dejamos de verla. Y entonces, varios datos inevitables, un tanto frustrantes: hubo una historia que ya no la hay, y además, entre aquella persona que “dejamos” y ésta, lo que pasó hasta el reencuentro, es un hueco, un enigma, desde lo vivencial nuestro. Precisamente, porque durante el tiempo transcurrido no compartimos con ella una historia, y que sólo se llenará, si es que se llena, porque quizá no se pueda o no se desee hacerlo, desde éste único e inevitable presente.
Salvo que, como actitud fijista, detenida, uno quede entrampado con las fantasías de un pasado que fue, de nostalgia quizá, en el aquí y ahora, lo cual puede ser fuente de más de un malentendido o sobreentendido. Lo que se denomina “falso enlace”, aun en los encuentros presentes.
No porque los recuerdos, siempre subjetivos, por supuesto, sean “falsos”, sino porque éstos ya no pueden dar cuenta de esta “nueva” persona reencontrada en el presente, si no sólo como esbozo lejano, muchas veces falible, de lo que es ahora.
Es que somos seres de cambio y en perpetuo cambio, aún con ciertas rutinas y estructuras relativamente fijas, y atravesamos la vida con vicisitudes y dificultades, a las que nos adaptamos como podemos y que, indudablemente, nos modifican.
Internet, el facebook, el messenger desde no hace tanto, están produciendo, mejor dicho, facilitando unos inducidos “viajes” al pasado, de reencuentro, aún virtual, lo cual produce consecuencias diversas. Ni malas ni buenas, o ambas. Como la vida misma.
Uno puede de repente reencontrarse, búsqueda mediante o no, con personas que no imaginaba: con ese vecino carpintero que vivía hace 30 años allá en la esquina y ahora vive en Grecia y trabaja de pescador; o con un primo que dejó de ver a los 7 años y ahora vive en el primerísimo mundo ; o con esa novia o novio que fue, o no, y que ahora, indudablemente, ya no es, y que, aunque nos resulta irreconocible a nuestra vista y a nuestros sentimientos, parece “como que” podemos ya estar de nuevo con él o ella en aquel tiempo, “viajando”, como si no hubiese pasado el mismo. Algo de la fantasía de la saga de “Regreso al futuro”, la película de los años 80. Lo mismo con un disco, un libro, una película, o con quienes los disfrutaron y compartieron en una época pasada.
Ahora, ¿es bueno o malo reencontrarse? A veces se da sin pensarlo, sin desearlo o sin esperarlo, como que una suma de coincidencias lo determinan y producen el hecho; así como otras veces uno encuentra lo que no buscó, o busca afanosamente lo que nunca encontrará. Variantes diversas y tantas más.
De hecho, todo esto ocurre porque, entre otras consecuencias a vivenciar, uno no sabe cómo afectó la variable “tiempo” en aquél, y en uno mismo, y lo pone a prueba a partir de un deseo.
Por eso, hay personas a las que reencontrarse después de muchos años les hace bien. Aunque sus vidas no hayan sido, o no hayan logrado, todo lo que se propusieron, y que, al reencontrarse con los otros, en las comparaciones, que a veces se vuelven odiosas por no considerar las diferencias, igual, pueden integrar aquellas figuras del pasado con este “ajuste” tantas veces doloroso que impone el presente.
Así como hay otras personas que no pueden tolerar esto. Son personas que se sienten incómodas en el reencuentro-encuentro (por ejemplo, en las clásicas reuniones de compañeros de la escuela secundaria), y se ponen muy tristes. Luego, deciden no ir más a las mismas y prefieren quedarse con la imagen detenida de los otros, y de ellas mismas, de lo que fueron. Al fin, el paso del tiempo, entre otras cosas, les resulta intolerable.
Lo valorativo aquí no cuenta. Toda intelectualización ante el dolor y las vivencias propias, apenas las ordena, pero no las evita. Y es sabido, cada uno, con lo que tiene, con lo que siente y con lo que le pasa, hace lo que puede.
Aunque sí se puede ver un reencuentro o los reencuentros, pero no necesariamente, como una apertura a perspectivas nuevas, a otras miradas sobre lo ocurrido y a nuevos proyectos, sin asegurar su éxito, claro, como en todo presente, y a partir de él.
Asimismo, se lo puede pensar, desde lo sensible, como un mínimo homenaje tierno y de gratitud a aquellos que fueron significativos en nuestro pasado, y que ya no son. Aunque sus brillos, como el de las estrellas en el cielo, nos permitan integrar, de alguna manera, nuestra propia historia. Siempre inacabada y abierta a lo nuevo, cada día.
Roberto Sánchez
Psicólogo social
LA ALDEA COLECCIONABLE
Historia Nuestra
La nueva izquierda argentina
Radicalización de los sectores medios en la década de 1960

Desde junio de 1966 la Argentina se encontraba bajo una nueva dictadura militar, de carácter corporativista y conservador. Las políticas del gobierno de Onganía profundizaron los conflictos sociales en todos los planos de la vida social. No sólo afectaron los intereses de los trabajadores sino también los de los sectores medios urbanos. El congelamiento oficial de toda actividad política, la proscripción del peronismo, la represión a los reclamos obreros, las cesantías en las empresas públicas, la intervención de algunos gremios, la represión en las universidades y la censura cerraron los canales de expresión y los espacios de actividad autónoma de estos sectores. Por lo tanto, estos sectores, tradicionalmente antiperonistas, se volvieron opositores al gobierno militar
Durante la década del '60, la sociedad argentina además, estuvo influida por el contexto internacional, marcado por el triunfo de la Revolución Cubana, el Mayo Francés, los movimientos de descolonización africanos, Argelia, la guerra fría y la crisis teórica de la izquierda, donde la expresión más importante fueron los debates de Jean Paul Sartre.
Una generación entera se sentía protagonista de una época y era difícil escapar a la sensación colectiva de que se estaba liderando un momento histórico.
Se formó, lo que algunos autores llamaron “la Nueva Izquierda”, y que fue un conglomerado de fuerzas sociales y políticas heterogéneas (la izquierda tradicional, el MIR o Movimiento Izquierda Revolucionaria, el peronismo, el nacionalismo y sectores cristianos), que si bien no logró constituirse en un actor unificado, alimentó, desde fines de los '60, un potente proceso de contestación social y agitación política.
Se gestó una resistencia popular de tipo semi-insurreccional como el Cordobazo, diversas puebladas en el interior del país como el Rosariazo, un proceso de relegitimación del peronismo y de deslegitimación de la burocracia sindical, así como la aparición de numerosas minorías políticas que desembocaron en la organización armada y clandestina: Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Montoneros y Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Y, por otro lado, en rebeldías partidarias dentro de los partidos tradicionales: Movimiento de Renovación y Cambio, Junta Coordinadora, Franja Morada, en el radicalismo.
En este contexto, muchos jóvenes se acercaron al peronismo como una forma de acercarse al “pueblo peronista”, porque lo identificaron como el principal sector de oposición al gobierno.
La Juventud Peronista se integró con jóvenes militantes provenientes de sectores sociales e ideológicos muy diferentes. Reivindicaron los años de lucha desde 1955 y plantearon, como bandera política, el retorno de Perón. Éste, desde su exilio en España, avalaba el tono contestatario del peronismo.
La Nueva Izquierda desconfió del paradigma europeo, declaró un firme anticolonialismo, y sobre todo enfatizó la cuestión nacional. La importancia que adquirió la “cuestión nacional” en los círculos de izquierda fue el canal de encuentro entre éstos y el peronismo.
Entre 1966 y 1968 se sucedieron numerosas escisiones entre los partidos de izquierda y se formaron nuevos grupos y partidos. Muchos de ellos tuvieron escasos integrantes y duraron un corto tiempo, pero pusieron en evidencia la crisis de las formas tradicionales de organización de los partidos de izquierda y la búsqueda de nuevos canales de expresión.


Prof. Isabel Rodríguez
LA ALDEA PANORÁMICA
Tiempo de
Transición


El gobierno nacional sigue abriendo los modos para transitar lo más consensuadamente posible los dos años y medio que le quedan de mandato. Intenta acordar con la oposición un diálogo de convivencia que es respondido desde la crispación hasta la actitud contemplativa.
Una explicación psicologista diría que si durante años alguien fue soberbio, necio y sordo, aún con aciertos en sus decisiones y objetivos, no puede esperar de la noche a la mañana que los otros le crean fácilmente y se avengan a su pedido de consenso y acuerdo.
Pero, lejos de ello, el tema no es de psicología, aunque la psicología pueda ser útil para explicar algunas cosas de la política y la economía. El tema es político, económico y social y de definiciones claves sobre el rumbo a seguir.
Por lo pronto, la apertura al diálogo va teniendo como principal devolución espejos rotos: sigue profundizándose la división entre la oposición, peronista y no peronista, al poder kirchnerista, que, si bien le da algo de aire a éste, el mismo no debe dormirse en los laureles en un contexto económico y social nacional y mundial nada plácido.
Un mes de julio, con parate casi total de buena parte del comercio y el mercado interno, por causa de la gripe A, no dejó muy contento a más de un sector que vive de las ventas y los servicios de diverso tipo.
El reclamo por el feroz aumento de tarifas eléctricas y de gas para algunos sectores de altos consumos y de clase media, tuvo una respuesta favorable, en electricidad al menos, de parte del ministro de planificación Julio De Vido, quien piensa que añoraría no tener que subsidiar tales servicios, pero que, hoy, si esto fuese así, inevitablemente llevaría a una explosión social sin continente.
A su vez, que la tarifa del gas haya subido para crear un fondo de importación del mismo de parte de los usuarios, tampoco es muy simpático y vuelve a mandar el peso de los desatinos o las faltas, al pueblo menos pudiente. Simplemente una inequidad y una injusticia que, desde lo político, en la vuelta, se cobra.
Mirando con preocupación a los sectores ya no opositores sino, dentro de éstos, destituyentes, por ahora en el discurso, lo de la Mesa de (des) Enlace y los empresarios nucleados en la AEA, tienen, aparte de un contenido definido en lo ideológico, social y económico, una idea de revanchismo y odio que impulsa a sectores menos belicosos a entramparse con un destino al menos antidemocrático y de intereses de sector corporativo: todo lo que hace y sigue haciendo el gobierno es para ellos de malo a malísimo, ahora expresado a través de un señor Biolcatti sarcástico.
Para colmo de males, los gorilo-sojeros, intentan apropiarse del discurso “por los pobres” y el “escándalo” (hipocresía de su parte en realidad, cuando siempre apoyaron la represión lisa y llana de los reclamos populares) que supuestamente les provoca, cuando lo que sí es escandaloso, aparte de lo que indican, es lo que ciertos sectores ganan en la Argentina. Algo que, obviamente, no dicen ni dirán, porque son ellos mismos una parte de los beneficiados de estas superganancias.
Tras ellos, están “políticos” como el señor de De Narváez, que puede llegar a desdecirse dos o tres veces en una semana en los medios, o el señor Macri, que no trepida en nombrar personajes nefastos en puestos clave desde su mirada “alegremente” facistoide para la ciudad de Buenos Aires, mientras sigue cerrando, desarticulando aniquilando organizaciones barriales y populares, otrora centros de gestión y participación.
En el Congreso, la oposición también muestra una ciclotimia oportunista ante cierto retroceso del poder K y su rumia levemente autocrítica. Por ejemplo, los opositores antes repudiaban el subsidio al gas, ahora piden que siga vigente, ¿quién los entiende?
Un chiste decía que el “Día del Niño” pasado, la oposición más necia, dicho esto sin menospreciar a nuestros amados bajitos, festejaron todo el día al calor de sus caprichos y berretines. Les cuesta no sólo crecer, sino, ponerse de acuerdo con ellos mismos.
En los distritos del Gran Buenos Aires los jefes comunales van mirando cómo evoluciona el paño para poner sus nuevas fichas. El movimiento antimoyanista en la CGT pareciera haber quedado ahí al calor del nuevo profeta argentino, llamado Barrionuevo: hay que destronar a los K, y el primer movimietno, claro, es golpear a sus principales “patas” de sostén, como lo es el gordo camionero.
En el campo del progresismo y la izquierda que apareció tras las recientes elecciones se aceleran los contactos: más de parte de las huestes de Sabatella, en términos amplios y contemporizadores que de Pino Solanas, éste en Capital, extrañamente elogiado por cierta derecha. Todo ello, en medio de una inmovilidad ahora también militante y social que deja huecos que, aunque divididos, la oposición de derecha intenta ocupar sin mucho éxito, no desestimando ser fuerza de choque, como los afanosos desalojadores de hoteles del señor Macri. Al pasar, la propuesta de la señora Meijide, que ofreció rebaja de penas a los genocidas a cambio de información resultó indignante con respuesta contundente de parte del doctor Eduardo Luis Duhalde.
En lo económico, el tema sigue siendo cómo impulsar el movimiento de inversiones, sostener y proteger la producción nacional, así como sostener una recaudación acorde para que el Estado cumpla con sus obligaciones sociales y contractuales, así como impedir una mayor y rápida fuga de capitales. El gobierno pagó dividendos de bonos de la época del señor Cavallo, con reservas del Central.
Por otro lado, el tema de los medios con una mirada interesada por sus negocios, su muestra de una derecha que avanza, es desdicha por los datos. Según los resultados electorales pasados, en la provincia el PRO ganó por apenas el 1,8% de los votos, emergió una nueva fuerza de centro izquierda como Sabbatella con 6 puntos, y el radicalismo no tan conservador de Margarita Stolbizer no le fue mal. En Capital, el macrismo retrocedió 15 puntos, y entre Solanas, Heller, Ibarra y diversos partidos de izquierda obtuvieron el 50% de los votos. En Santa Fe, Reutemann ganó pero retrocedió en sufragios y el kirchnerismo le ganó en las municipales. Asimismo, la sociedad no está pidiendo privatizaciones, ni flexibilización de derechos, o ajustes, al contrario. La gente bastante callada, va viniendo venir una situación de agobio económico que hay que revertir cuanto antes. Desde Economía se anunció que en este tercer trimestre la situación mejorará.
Esperamos que sí, porque el tiempo de las necesidades de las mayorías no es eterno. Es ya mismo. R.S.
LA ALDEA DE LA POESÍA – HOMENAJE
Las preguntas
Liliana Lukin*


habla
pero no separes el no del sí
da a tu sentencia también este sentido dale sombra...
Dice verdad quien dice sombra.
Paul Celan

Sin fantasía es mucho el dolor.
Macedonio Fernández

I



¿si yo pregunto sabré?
pregunto como quien dispara una flecha
al corazón de la manzana: para clavar el corazón

¿si arranco suave la heridora de la herida
sabré del corazón más que de la manzana?

¿la sangre que ella provoque derramar

es para mí?

pregunto como quien pregunta:
sólo por preguntar y oír la música

¿si el diapasón no suena bello a mis oídos
sabré más de la música que de los sonidos?

¿la felicidad que ella provoque escuchar

es para mí?

¿si yo pregunto sabré? ¿qué quiero preguntar?
¿si yo pregunto sabré qué quiero?
¿si yo pregunto sabré qué quiero preguntar?

¿dijiste merecer? “no es tiempo de prometer

sino de recibir lo merecido” ¿dijiste?
¿y acaso sabemos más por lo dicho
que por la dicha de sentirlo?

trivialidad de lo que se arma en el poema
para la maravilla oscura de la vida

y merecer ¿no es haber tenido?

en el surco de lo desesperado ya está la huella
de una vieja felicidad su futuro trazo
el aire lleno de música de un sueño:
duelo y anunciación: lo merecido

Pero ¿dijiste merecer? Tener habido
Un tiempo a la luz de amor perdido
Y haber tenido del amor lo que vendrá?

la vida como un gasto: dilapidación gozosa
¿una poética del derroche para los que quieren garantía?

¡ah! los avales que demanda la conciencia ajena
para la que todo gasto es una pérdida
y todo exceso pide reparación

¿es que no han entendido nada de la vida? ¿aún?
¿y temen más de lo que disfrutan todavía?

veamos ¿acaso hay algo más comunicante
que la ternura de los cuerpos? ¿acaso

“no es bastante ser la fiesta del otro”?

¿y la alegría del hacer no es la misma
al escribir que al acariciar?


_________

*Poeta argentina (1952). Licenciada en Letras de la UBA. Inició su obra poética en 1978 con Abracadabra. Otros de sus libros: Malasartes, Carne de tesoro, Construcción comparativa, Retórica erótica. Aquí uno de los poemas de su libro Las preguntas de 1998. En 8 de septiembre próximo, en el Centro Cultural de la Cooperación, festeja 30 años de su obra con la presentación de un nuevo libro.
LA ALDEA DE LA OPINIÓN
Lucha de clases
en la escuela
pública
Por Martín Caparrós*

Soy un producto de la escuela pública argentina y a veces, cuando me distraigo, me da orgullo; mi hijo también fue a la escuela pública y acaba de terminar su quinto año. Pero en las décadas que pasaron desde que empecé primer grado –inferior– nuestro sistema educativo cambió brutalmente. Cuando yo era chico sólo iban a colegios privados los garcas que querían educarse a fuerza de hostias y los raros que preferían hablar otros idiomas y los vagos que la escuela pública no soportaba más. Pero mis amigos y yo –hijos de la clásica clase media porteña– sabíamos que el sistema de educación estatal era nuestro lugar: la escuela pública era la mejor, la primera opción. Ahora no: mis amigos dudan mucho antes de mandar a sus hijos a una escuela del Estado –y la mayoría no lo hace.
La educación pública ya no es para todos, ni para el que la elige; es para quien no tiene más remedio. Tres de cada cuatro alumnos estatales pertenecen al tercio más pobre de la población. Entre el 20 por ciento más pobre, nueve de cada diez van a la escuela pública; entre el 20 por ciento más rico, uno de cada siete. Y la tendencia se acelera: en 1997 el 24 por ciento de los chicos acomodados iba a escuelas públicas; en 2006, según un informe del Centro de Estudios de Políticas Públicas, sólo el 15 por ciento. Las cifras precisan lo que ya sabemos: que los padres quieren mandar a sus hijos al privado. En la escuela sarmientina quedan los que no pueden: los más pobres.
El fracaso de la educación pública es el efecto más espectacular del derrumbe del Estado argentino. Solía ser su estandarte: la forma más eficiente de producir esa relativa integración social que nos constituyó como país, en esas aulas donde, bajo los delantales blancos, las clases sociales se mezclaban por un rato y se formaban con las mismas consignas, las posibilidades brevemente emparejadas. La educación pública servía para equilibrar, para integrar, para “redistribuir” –y para producir un país más educado, con mejores posibilidades en todos los terrenos. Ahora parece como si no importara. Y, de hecho, no les importa a los que manejan el Estado: hace mucho que mandan a sus chicos a colegios privados. Es una característica de muchos estados actuales –sus dirigentes no se incluyen en ellos, no usan sus escuelas y hospitales, no le pagan impuestos, no respetan sus leyes–y es curiosa: ¿quién se imagina al gerente de la cocacola pidiéndose una pepsi?
Así que tengo una propuesta populista para encarar la cuestión educativa. Es una ley que habría que votar cuanto antes: “Queridos gobernantes, no todo pueden ser alegrías, ganancias extraordinarias, honores merecidos, gratitud popular. Los cargos deben tener alguna carga. Y ésta será modesta pero inflexible: se ordena, so pena de prisión y pedorreta pública, que todos los funcionarios del Estado –de un nivel equis para arriba– manden a sus hijos y nietos, sin excepción, a la escuela estatal más cercana”. Es posible que, entonces, la educación pública mejore seriamente. Así estamos, en la lucha de clases.

*Periodista. Nota de Página 12.