domingo, 20 de junio de 2010

LA ALDEA DEL CINE EN CASA

A disfrutar
el frío con DVD

(Gentileza Video Club Guía Musical)

Un maldito policía de Nueva Cork

McDonough es un detective de homicidios que utiliza a su antojo los placeres prohibidos gracias a su status profesional. Pero su nueva investigación, el misterioso asesinato de cinco inmigrantes senegaleses, lo pondrá entre la espada y la pared. POLICIAL. Int.: Nicolas Cage, Eva Méndez, Val Kilmer, Fairuza Balk, Jennifer Coolidge, Brad Dourif, Michael Shannon, Shawn Hatosy, Denzel Whitaker y Shea Whigham . Dir.: Werner Herzog.


Cuestión de Principios

El viejo Castilla está convencido de tener los valores éticos necesarios. Un buen día, advierte que a Silva, su flamante y yuppie jefe, sólo le falta un número para completar su colección de revistas. Castilla aprovechará la situación para darle una lección moral a quien ha modificado la imagen de la compañía donde él trabajó desde siempre. COMEDIA. Int.: Norma Aleandro, Pablo Echarri, Federico Luppi, Pepe Novoa, Mónica Antonópulos, María Carámbula, Mabel Pesen, Valeria Lorca. Dir.: Rodrigo Grande.

Alicia en el país de las maravillas

Walt Disney Pictures y Tim Burton traen en 3D, una vuelta de tuerca a uno de los cuentos más queridos de todos los tiempos. Alicia se embarca en un viaje fantástico para encontrar su verdadero destino y poner fin al reinado de Terror de la Reina Roja. AVENTURAS. Int.: Mia Wasikowska, Johnny Depp, Helena Bonham Carter, Anne Hathaway, Alan Rickman, Michael Sheen, Stephen Fry, Christopher Lee, Crispin Glover y Timothy Spall. Dir.: Tim Burton.

LA ALDEA DE LA OPINION

Argentina

año verde

Por Carlos Girotti*

En repetidos intentos, este columnista se sumergió en su memoria para rastrear el momento en el que su propio vocabulario integró el concepto de “Argentina año verde”. Todas las búsquedas, no obstante el afán, fueron vanas, incluyendo la ausencia de respuesta acerca de quién fue el creador de la idea (aunque supone que fue invención de un remoto programa humorístico).

Lo que sí consiguió el firmante con su rastreo fue admitir que esa noción lo acompaña desde hace mucho tiempo. O sea, cuando el que aquí escribe se refiere a una Argentina utópica, poco menos que fantástica y, desde luego, dudosamente realizable, a menudo dice “Argentina año verde”. Está ahí, disponible para ponderar un imposible cuando hace falta, pero acompañado siempre de una certeza: ese día nunca llegará. ¿Nunca?

Puesto a recordar, uno no puede eludir aquella imagen de su padre, oteando el cielo aun en días lluviosos, aguzando el oído para distinguir entre el ruido de un motor aéreo y el de los muchos autos que rodaban por allí y, recurrentemente, profetizar “falta poco para que llegue el avión negro”. Lo hacía sin cesar y parecía no importarle que la proximidad de las pistas de Morón y Palomar produjese todos los días un regular tráfico de aeronaves sin que ninguna de ellas fuera la esperada. Al fin y al cabo, el cielo de aquellos años era tan vasto como la esperanza y nada autorizaba a dar por finalizada la tarea cotidiana de vigilar hacia lo alto por si aparecía el “avión negro”.

Algún día ocurriría; Perón volvería a la patria y mucha gente acudiría a recibirlo porque el pueblo era lo que más anhelaba. Ese hombre del pueblo, pues, el padre de quien esto escribe, no tuvo la dicha de ver el “avión negro”, pero murió en 1964 sin perder la certidumbre de que Perón volvería y con la convicción de que había valido la pena luchar en los días clandestinos de la resistencia, junto a sus compañeros de trabajo y sus vecinos del barrio.

Bastante tiempo después de esa primera muerte tan próxima y temprana, cuando Perón regresó por primera vez a la patria, este columnista marchó hacia Ezeiza. Lo hizo no tanto porque lo ilusionara ese retorno como por rendirle un homenaje a la esperanza inclaudicable de millones de trabajadores que, al igual que su padre, siempre habían sabido que el general volvería.

De nuevo, puesto a recordar, uno todavía escucha las largas conversaciones que mantenía con viejos y nuevos compañeros en los rincones lejanos del exilio. Y también rememora las charlas sostenidas más tarde, en el reencuentro con queridos amigos que habían permanecido en las prisiones de la dictadura e, incluso, con los muy pocos que habían sobrevivido a los campos de concentración. En aquellos intercambios, plagados de “diferencias” y “problemas de concepción”, un denominador común operaba como un contador que volvía todo a cero: algún día los genocidas pagarían sus culpas. Un futuro deseado aunque en un horizonte borroso porque antes se erguían, como montañas infranqueables, las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, el indulto. A pesar de ello, no cejarían en aquella porfía que los llevaba, siempre, a querer traer el mañana al presente, aunque éste se les escurriera como arena entre los dedos. Bajo esas condiciones, el porvenir resultaba inasible o, quién sabe, tal vez ocurriese en la Argentina año verde.

Apenas son dos recuerdos, pero el firmante y quien esto lea saben que pueden ser –de hecho lo son– muchísimos más. Dolorosamente más. Por cierto, ninguna historia se ha escrito sin esas llagas, heridas lacerantes que en la memoria de los pueblos alimentan la lucha por un futuro mejor aunque éste, por momentos que pueden parecer una eternidad, se muestre esquivo y distante.

Pero el año verde ha llegado. No ha ocurrido como en los almanaques, que basta arrancar la hoja del día para inaugurar el siguiente. Viene ocurriendo. Es un proceso, histórico para más datos. Afecta e influye en toda Sudamérica y aquí, en lo más austral del continente, también. Desde ya, habrá detallistas que situarán el inicio en tal o cual hecho y no faltarán los enjundiosos polemistas que lo atribuirán a otro u otros hechos distintos de aquéllos. Lo que nadie discutirá es que, en esta época al menos, la noción de futuro se ha reinstalado en la sociedad como algo posible.

A este columnista ya le parecía casi irreal, por ejemplo, que Néstor Kirchner ordenara descolgar el cuadro del genocida Videla. Un gesto impensado para un país que, ayer nomás, había clamado para que se fueran todos los políticos. Pero que Cristina Fernández colgara los cuadros que colgó en un salón de la Casa Rosada, que millones de argentinas y argentinos vieran desfilar ante sus ojos un relato histórico antitético al que les inculcaron desde la más tierna infancia, que esos mismos millones entonaran con fervor las estrofas de la Marcha de San Lorenzo y que las derechas, atónitas, siguieran repitiendo el sonsonete de la inseguridad ante tamaño despliegue de intervención masiva y pacífica del espacio público, eso superó todos los cálculos. Perdón, no todos los cálculos. Para ciertas voces que se reclaman de izquierdas, revolucionarias y que nunca se comen ningún chupetín, la masividad popular fue un rotundo mentís para oficialistas y opositores consentidos (lo cual vendría a confirmar que su propia estrategia de poder es la única correcta, etc., etc.). Aquí el firmante entra en contradicción: sólo se conmemorará el año verde el día en que esas voces admitan –aunque más no sea para las efemérides– que en algo se equivocaron.

Pero no, ya hay una época histórica que bien puede ser considerada como inaugural para las festividades de los arqueros y para la Argentina del año verde. Como mínimo, las próximas generaciones habrán de recordar que hubo un tiempo en el que, aun con errores, zigzagueos, temas pendientes al borde del camino, déficits en la construcción política y el protagonismo ciudadano, este país avanzó como nunca antes lo había hecho en las décadas que lo precedieron.

Y esto, para mantener la esperanza de un futuro mejor, no es poco.

*Sociólogo, Conicet

LA ALDEA LITERARIA

La conjura de

los libreros


CAPITULO TRES

Resumen: la librería Macondo primero fue incendiada. El viejo José, su dueño no se había percatado que Pablo y Silvina habían desaparecido luego de pernoctar allí.

En pocos días el viejo José se enteró que otras librerías, como la llamada “El Quijote”, de Lomas de Zamora; “Sobre Héroes y Tumbas”, de Bernal; “Maratónica de Poesía”, de Mar del Plata, Punta Alta y Mar de Ajó; “La Avispa”, de General Pueyrredon; “Redes de Papel”, de Capital Federal, y “Guía Aldea”, de Sáenz Peña, entre otras, habían sufrido la misma suerte.

“Urania”, de Camilo Flamiarón, en el tercer estante cerca de la puerta, fue el dato que le dio Carlos Fernández, y el libro estaba allí con sus tapas ilustradas, al increíble precio de tres pesos moneda nacional.

Le pagó al dueño de esa librería, finalista del programa de radio “ Odol pregunta”, que por no acordarse en el último tramo del concurso, se perdió los cien mil pesos de premio y se llevó como consuelo: sólo doce mil quinientos y con eso puso esa nueva librería en la localidad de Caseros.

Esa tarde, “Urania”, de Camilo Flamarion y “Mijail”, de Panait Istrati, pasaron a ser parte del tesoro de Pablo.

Pagó los dos libros con tres pesos moneda nacional, quedó debiendo un peso y se fue caminando las treinta cuadras hasta su casa.

“Eran las nueve de la mañana. El viejo cartero del barrio golpeó con su vara la puerta de la calle gritando:

–¡Adrián Zograffi!

–¡Espérese, tío Garriba! –contestó Adrián–, estoy sin vestir.

– Anda – pensó el cartero– ya está de vuelta el ave de paso.

Sabía que el chico si estaba en casa, no dejaba nunca de tomarle una carta sin darle cincuenta centavos –céntimos de oro, de un tiempo ya lejano– porque estimaba por encima de todo, a los carteros, “a esos parias de nuestras instituciones democráticas, a quienes confiamos dichas y desdichas, mientras el Estado los reduce a la mendicidad”.

Así comenzaba “Mijail”, de Panait Istrati, el libro que estaba leyendo Pablo, no bien llegado a su casa de El Palomar.

Un rato antes de que explotara la bomba, había encontrado otro ejemplar en la librería del viejo José...

Continuará

( Derechos Reservados ) rrd

*Escritor

LA ALDEA DEL SER NACIONAL

Chamuyos

Argentinos


1. Este año sí me pongo a estudiar.

2. No te va doler.

3. Un rato más y nos vamos.

4. Justo estaba por llamarte.

5. Por mi vieja que nunca más tomo alcohol.

6. ¿Yo?... ¿Con ésa?... ¡NUNCA !

7. El profesor me tiene bronca.

8. ¿Yo te debo ?.... ni me acordaba.

9. Perdimos por culpa del árbitro.

10. ¡Yo pasé en amarillo!

11. Ponélo vos, que mañana te pago.

12. Te lo juro por mi vieja que te lo mandé

13. No, no... yo te llamo.

14. Ayer estaba enfermo.

15. No pude ir porque me robaron.

16. Se me perdió tu teléfono.

17.Veo si tengo correo y me desconecto.

18. Sí, el coche es mío.

19. Mirá... justo pensaba en vos.

20. Sólo somos amigos.

21. Se cayó solo y se rompió.

22. ¡Pero si yo estudié esta vez !

23. ¡Me gustaste desde la primera vez que te vi !

24. ¡Sí, sí ! Yo voy...

25.Tuve un problema familiar, entiéndame.

26. Te llamo en 5 minutos, ¿ sí?

27. Veníte más tarde porque ahora voy a salir.

28. Sí, ya le dije.

29. Todavía no cobré.

30. ¡ Te queda lindo !

31. ¡ Claro que el cheque tiene fondos !

32. Te juro que no se lo voy a contar a nadie.

33. El lunes empiezo la dieta.

34. Sí, salí con ella, pero no pasó nada.

35.Prestámelo y mañana te lo devuelvo.

36. Me iba a comprar un 0 Km, pero éste del 81 me gusta más.

37. Tenés los ojos más lindos que vi en mi vida.

38. ¿Yo? ¿Ir a esos lugares ...¡Nunca !

39. Sí, choqué... pero la culpa la tuvo el otro.

40. Borracho, borracho nunca estuve... sólo un poco picadito...

41. ... ¿ Y qué se siente fumar eso, eh ?

42. ¿En serio que Playboy tiene una Web ?

43. No, no tengo teléfono... pero dame el tuyo que yo te llamo.

44. Te estuve llamando, pero daba ocupado.

45. ¡Qué pena que no fuiste!, toda la reunión nos la pasamos hablando de vos.

46. Me voy al cine solo.

47.Estoy confundido (la confusión, tiene nombre y apellido)

48. En cinco minutos estoy con Uds.

49. Estoy preparando mi informe.

50. Te juro que nunca lo pensé.

51. Por favor... yo soy una persona decente.

52. Lo que sea tu voluntad.

53. Jamás te olvidaré.

54. Llamame en cinco minutos que estoy en una reunión.

55. Vengo tarde porque estuve en la biblioteca...

56. Mis ojos están irritados porque estoy resfriado.

57. Es la primera vez que me pasa.

58. De aquí a la eternidad.

59. ¡Hoy ganamos !

60. Despedida de soltero.

61. Mañana salgo a buscar trabajo.

62. Yo tengo un tío en la policía.

63. No tengo guita.

64. No chupa nada, jefe.

65. Hola, ¿viejo? Me quedo a dormir en la casa de un amigo.

66. La cuarta vuelta la pago yo!!!

67. Mañana te traigo tus Cd´s...

68. ¡Me voy que tengo clase...

69. Te debo tu regalo.

70. Dame tiempo...

71.Se me perdió tu correo, a ver, dámelo.

72.Yo,¿cumbia?... ¡Por Favooooor !

73. Andá nomás Cholo, yo cuido a tu chica.

74. Yo a ella sólo la veo como amiga.

75. Mi ex y yo ahora somos reamigos.

76. Yo nunca fui a un lugar de ésos ¿cómo son?

77. Cuando me case nunca más voy a mirar a otra.

78. ¿ A ésa ? ¡Ni borracho!

79. Estaba haciendo zapping y justo lo vi.

80. Mi hermano más chico ve ese programa.

81. No lo aguanto más, hoy lo mando a la mierda

82. Es por el bien de todos.

83. No, te juro que no fue lo que quise decir.

84. No me quedaba otra.

85. No, entendiste mal.

86. Esta situación es momentánea.

87. Enseguida te lo devuelvo.

88.Cómo me gustaría tener más tiempo para vos.

89.Cómo me gustaría tener más tiempo para mí.

90. No escuché el celular, debo haberme quedado dormido.

91. ¿ Así se juega a la botellita ?

92. No sos vos, soy yo.

93.Perdoname pero me había quedado sin crédito.

94. Chupa chupa que yo te aviso.

95.No me gusta, además es mi amigo/a.

96. ¿Qué? No recibiste mi mensaje?

97. No los voy a defraudar.

98. ¿Cuándo te mentí yo ?

99. Ya voy para allá.

100. Nada que ver, ¿le vas a creer a los otros o me vas a creer a mí ?

101. ¿Nos cruzamos? Ni te vi.

102. Un día de estos nos juntamos.

103. Yo no quería, ¡ellos me obligaron !

104. Dale, si total nadie se entera.

105. Ya vuelvo.

106. Cinco minutos más y me levanto.

107. No me quedé dormido, no sonó el despertador.

108.Yo no hice ninguno de estos chamuyos.

LA ALDEA LITERARIA

¿Qué es la ciencia

ficción?


En primer lugar, definiré lo que es la ciencia ficción diciendo lo que no es. No puede ser definida como "un relato, novela o drama ambientado en el futuro", desde el momento en que existe algo como la aventura espacial, que está ambientada en el futuro pero no es ciencia ficción. Se trata simplemente de aventuras, combates y guerras espaciales que se desarrollan en un futuro de tecnología superavanzada. ¿Y por qué no es ciencia ficción? Lo es en apariencia, Y Doris Lessing, por ejemplo, así lo admite. Sin embargo la aventura espacial carece de la nueva idea diferenciadora que es el ingrediente esencial. Por otra parte, también puede haber ciencia ficción ambientada en el presente: los relatos o novelas de mundos alterno. De modo que si separamos la ciencia ficción del futuro y de la tecnología altamente avanzada, ¿a qué podemos llamar ciencia ficción?

Tenemos un mundo ficticio; éste es el primer paso. Una sociedad que no existe de hecho, pero que se basa en nuestra sociedad real. Es decir, ésta actúa como punto de partida. La sociedad deriva de la nuestra en alguna forma, tal vez ortogonalmente, como sucede en los relatos o novelas de mundos alternos. Es nuestro mundo desfigurado por el esfuerzo mental del autor, nuestro mundo transformado en otro que no existe o que aún no existe. Este mundo debe diferenciarse del real al menos en un aspecto que debe ser suficiente para dar lugar a acontecimientos que no ocurren en nuestra sociedad o en cualquier otra sociedad del presente o del pasado. Una idea coherente debe fluir en esta desfiguración. Quiero decir, que la desfiguración ha de ser conceptual, no trivial o extravagante...

Por lo tanto, la esencia de la ciencia ficción es la desfiguración conceptual que, desde el interior de la sociedad, origina una nueva sociedad imaginada en la mente del autor, plasmada en letra impresa y capaz de actual como un mazazo en la mente del lector, lo que llamamos el “shock del no reconocimiento”. Él sabe que la lectura no se refiere a su mundo real.

Ahora tratemos de separar la fantasía de la ciencia ficción. Es imposible, y una rápida reflexión nos lo demostrará. Fijémonos en los personajes dotados de poderes paranormales. Fijémonos en los mutantes que Ted Sturgeon plasma en su maravilloso “Más que humano”. Si el lector cree que tales mutantes pueden existir, considerará la novela de Sturgeon como ciencia ficción. Si, al contrario, opina que los mutantes, como los brujos y los ladrones, son criaturas imaginarias, leerá una novela de fantasía.

La fantasía trata de aquello que la opinión general considera imposible; la ciencia ficción trata de aquello que la opinión general considera posible bajo determinadas circunstancias. Esto es, en esencia, un juicio arriesgado, puesto que no es posible saber objetivamente lo que es posible y lo que no lo es. Creencias subjetivas por parte del autor y del lector.

Ahora definiremos lo que es la buena ciencia ficción. La desfiguración conceptual (la “idea nueva”, en otras palabras) debe ser auténticamente nueva, o una nueva variación sobre otra anterior, y ha de estimular el intelecto de lector. Tiene que invadir su mente y abrirla a la posibilidad de algo que hasta entonces no había imaginado. "Buena ciencia ficción" es un término apreciativo, no algo objetivo, aunque pienso objetivamente que existe algo como la buena ciencia ficción.

Creo que el doctor Willis McNelly, de la Universidad del estado de California, en Fullerton, acertó plenamente cuando afirmó que el verdadero protagonista de un relato o de una novela es una idea y no una persona. Si la ciencia ficción es buena, la idea es nueva, es estimulante y, tal vez lo más importante, desencadena una reacción en cadena de ideas-ramificaciones en la mente del lector, podríamos decir que libera la mente de éste hasta el punto que empieza a crear, como la del autor. La ciencia ficción es creativa e inspira creatividad, lo que no sucede, por lo común, en la narrativa general.

Los que leemos ciencia ficción (ahora hablo como lector, no como escritor) lo hacemos porque nos gusta experimentar esta reacción en cadena de ideas que provoca en nuestras mentes algo que leemos, algo que comporta una nueva idea; por tanto, la mejor ciencia ficción tiende en último extremo a convertirse en una colaboración entre autor y lector en la que ambos crean... y disfrutan haciéndolo: el placer es el esencial y definitivo ingrediente de la ciencia ficción, al placer de descubrir la novedad. Phillip K. Dick

(De cuentosaldia@cuentosaldia.com / www.martalorente.blogspot.com)